sábado, 31 de enero de 2015

HOY ES LA FESTIVIDAD DE UN GRANDE DE LA EDUCACIÓN: SAN JUAN BOSCO


Queridos amigos y lectores:
¡HOY CELEBRAMOS LA FESTIVIDAD DE SAN JUAN BOSCO!

A la sombra de su vigorosa y riquísima espiritualidad, transmitida por mis educadores salesianos, se ha ido desarrollando mi vida entera desde mi niñez.


Desde aquellos lejanos años, hasta el día de hoy, Don Bosco es mi Padre, cuya bondad y alegría, nacidas de su inmenso amor a los jóvenes, han permitido que en mi alma se fueran tallando los valores que hace años defendí en mis cátedras, y ahora lo sigo haciendo en mis libros, conferencias y artículos.



Los once años transcurridos en el Instituto salesiano "Nuestra Señora del Rosario", en la Colonia Vignaud de la provincia de Códoba, Argentina, han sido para mí el regalo más grande que Dios me ha concedido, porque allí "aprendí a ser hombre, a ser niño, a ser bueno, a ser padre", como lo confieso en mi libro "Ruta de Luz".



En aquel oasis de paz y de espiritualidad tangible, he escrito muchos poemas que ocupan las páginas del citado libro.



Hoy, en homenaje a mi Padre del alma, transcribo uno que le dediqué a este gigante de la santidad, teniendo entonces yo 18 años, pero habiendo profesado ya los votos de Pobreza, Castidad y Obediencia por tres años.
 


ODA A DON BOSCO
 "Fuit homo missus a Deo, cujus nomen erat Joannnes" (Juan 1.6) 
(Hubo un hombre enviado por Dios,cuyo nombre era Juan)
 
La voz dolorida del mundo se eleva
pidiendo un pedazo del pan del Amor:
¡Y nadie la escucha! ¡El pan se le niega!
¡El mundo perece de hambre, Señor!

Lo piden los hombres, lo piden los niños,
ansiosos de vida, de luz, de verdad.
¡Y faltan obreros! ¡Y falta ya el trigo!
No hay nadie que sepa su anhelo colmar.

Mas todos esperan y todos confían
que nunca tu gracia les harás faltar:
¡Su fe ya presiente que un nuevo Mesías
dirá el evangelio de tu Caridad!
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Y fue una mañana tranquila de agosto:
humilde, una casa, cual otro Belén,
miró el nacimiento del Niño que a todos
daría el Mensaje de aromado bien.

Alzóse, de entonces, la nueva figura:
y el tiempo muy pronto trazó su perfil...
¡Y elevó Don Bosco su enorme estatura
del Nuevo Profeta para bendecir!

Y "fue el hombre enviado por Dios, cuyo nombre
era Juan",
el mismo que el del Precursor.
Su temple era recio. Su fibra, de roble,
Su lema, las almas. Su escudo, el amor.
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¡"Hosanna"!, clamaron los niños a coro,
"Bendito el que viene en el nombre de Dios"...
Y el mundo asombrado contempló a Don Bosco,
y lleno de gozo, también lo aclamó.

Ya pasa el Apóstol repartiendo vida,
dando a los hambrientos la fuerza del Pan
de albura radiante, de la Eucaristía,
¡y hasta los pequeños lo recibirán!

Sus manos abiertas prodigan bondades,
sus labios divinos sonríen nomás;
su dulce palabra restaña los males
de la dolorida, triste humanidad.


¡Qué pronto se puebla la tierra de lirios!
¡Cuán rica sazona la Mies del Señor!
Es que el enviado de Dios ha venido.
y el mundo a su paso floreció de amor.
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¡Don Bosco!, tu nombre quedará grabado:
mil generaciones lo repetirán,
para proclamarte como el nuevo santo
de la Eucaristía y de la bondad.


Resuene en el orbe la voz de la gloria,
se agiten las palmas, y alfombren tu pie
las rosas, los lirios, y canten victoria
tus hijos, haciendo diadema a tu sien.
(Vignaud, 21 de agosto de 1959)

Un cariñoso abrazo, en Don Bosco:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.

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