Queridos amigos y lectores:
CREER ES UN ASUNTO DEL CORAZÓN, NO DEL CEREBRO. NO TODOS PODEMOS PENSAR IGUAL,
PERO TODOS PODEMOS SENTIR IGUAL: COMPASIÓN POR EL NECESITADO
Habíamos llegado a este punto:
El teólogo José María González Ruiz, en su libro "Creer es comprometerse", en la página 47, dice:
"Paradójicamente, pueden darse ateos creyentes, y ateos incrédulos.
Y pueden darse teístas creyentes, y teístas incrédulos."
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CONCLUSIÓN:
¿Cuál es la diferencia?
El ateo creyente, cumple los Mandamientos de Dios, aunque no crea en su existencia.
El teísta incrédulo cree en la existencia de Dios, pero no cumple sus Mandamientos.
De modo que el ateísmo no es una cuestión de creer, sino de obrar.
¿De qué sirve, en efecto, creer en Dios y obrar el mal? Dicha conducta ¿no está acaso contradiciendo la supuesta creencia?
La lógica y el sentido común nos dicen que:
- NO TODOS PODEMOS CREER LO MISMO: porque cada cultura es diferente.
- PERO TODOS PODEMOS OBRAR EL BIEN: porque eso está al alcance de todos.
Hay muchas personas que dicen: "Yo no puedo creer en Dios".
Yo les respondo: "Creer o no creer en Dios es una postura filosófica, es decir, una manera de pensar de cada cual, y dependerá de muchos factores ajenos a la voluntad de esa persona".
Pero jamás he encontrado ni encontraré a alguien que diga: "Yo no puedo obrar el bien". Porque hacer el bien que esté a nuestro alcance, cada vez que encontremos a alguien que nos lo pida, depende exclusivamente de la voluntad de cada uno.
Creer en Dios, entonces, no es afirmar su existencia, sino actuar solidariamente.
No es una cuestión de pensar, sino de actuar.
RECUERDEN CÓMO TERMINÓ EL DIÁLOGO ENTRE SÓCRATES Y SU ACUSADOR, QUE TRANSCRIBÍ EN MI ARTÍCULO ANTERIOR:
Sócrates: -- ¿Y quién es más condenable: el que sirve a Dios aún sin creer en él, o el que dice creer en Dios, pero no le sirve?
Acusador:-- El que dice creer en Dios, pero no le sirve.
A través de los siglos, esa sentencia sigue sonando:
"Es condenable el que dice creer en Dios, pero no le sirve".
Aclaramos que todos entendemos que "servir a Dios" es llevar una vida acorde con los principios divinos, aunque la persona ignore la existencia del autor de dichos principios.
En el capítulo 25 de San Mateo, está la parábola que un teólogo llamó: "la parábola de los ateos". (Releerla en en artículo anterior).
ADVERTIMOS DOS VERDADES EN ESTE PÁRRAFO:
1. Ambos grupos, los buenos y los malos, hacen la misma pregunta:
"¿CUÁNDO TE VIMOS...?" Es decir, NO HABÍAN DESCUBIERTO A DIOS EN ESTA VIDA:
Lo descubren ya en el Tribunal de Dios. Sin embargo unos son admitidos al Reino, y los otros son rechazados. ¿Por qué?
¡Por el bien que hicieron!, no por las cosas que creyeron.
2. No les hace un examen sobre lo que han creído, sino sobre lo que han obrado.
Dios no les acusa de no haber creído en la Biblia, en la Eucaristía, en la Virginidad de María, o en el Papa, ¡ni siquiera de no haber creído en Dios!
Les examina de lo que obraron en relación al prójimo.
Recordemos: No todos podemos creer lo mismo, pero todos podemos obrar el bien o el mal en nuestro trato con el prójimo.
Creer depende de la formación de nuestro intelecto, el cual está sometido a cada cultura, y a cada historia de vida.
Pero actuar, obrando el bien o el mal hacia el prójimo, depende de nuestra voluntad, y nada nos lo puede impedir, si eso está a nuestro alcance.
Y AHORA LES PRESENTO EL VIDEO DEL PAPA FRANCISCO, CUYO PENSAMIENTO, CON RELACIÓN A ESTE TEMA, COINCIDE CON TODO LO QUE HEMOS PUESTO A CONSIDERACIÓN EN ESTE ARTÍCULO.