Queridos amigos y lectores:
Padre Pedro Chinaglia,
Salesiano de Don Bosco.
Un gran amigo, un sacerdote santo, un auténtico Hijo de nuestro Padre Don Bosco, un luminoso Testigo de Cristo, se encuentra, según nos cuenta él mismo, preparando su equipaje espiritual, para retornar al Amor Infinito y Eterno, que lo creó para confiarle una misión en la Tierra.
Salesiano de Don Bosco.
Un gran amigo, un sacerdote santo, un auténtico Hijo de nuestro Padre Don Bosco, un luminoso Testigo de Cristo, se encuentra, según nos cuenta él mismo, preparando su equipaje espiritual, para retornar al Amor Infinito y Eterno, que lo creó para confiarle una misión en la Tierra.
En su página de Facebook, el 23 de abril de 2015, a través de un sencillo, sincero, y apacible mensaje, nos comunica su grave enfermedad, no superable ya, dado que tanto la vida como la ciencia tienen sus límites. Estas fueron sus palabras :
"Me encomiendo a sus oraiones para que pueda preparame dignamente al Gran paso que conscientemente estoy esperando: el encuentro con el Señor por quien me he entregado".
Cuánta Fe y cuánta Paz respiran estas expresiones dignas de un Maestro que enseñó a vivir, y que enseñó a morir a tanta gente.
Hoy le toca a él comenzar a poner en práctica el aprendizaje de la muerte. ¡Y con cuánta espontaneidad y sencillez lo hace! Nos habla de la muerte, de su muerte, con la misma naturalidad con la que se habla de algún tema cotidiano.
Si su vida fue un ejemplo de coherencia.
Su preparación a la muerte es un acto de Fe.
Ligero
de equipaje, lleva en sus manos solamente el Amor que fue sembrando,
como en una mística distribución de la Comunión sacramental, a todas las
personas que se acercaron a él para enriquecerse de su santidad y de su
sacerdocio.
Curiosamente: en el amor, cuanto más se da, más se tiene: y por eso el Amor fue creciendo interminablemente en su corazón de apóstol.
Se lleva de esta vida solo el Amor. Nada más. Pero tampoco ¡nada menos!
Como profesor de Filosofía, mis alumnos han utilizado, como libro de texto, los libros que escribiste para el bachillerato.
Y les hacía escuchar algunos de los tantos casetes que grababas en tu habitación, difundiendo el conocimiento sobre temas de teología, filosofía y espiritualidad.
Hemos compartido, en el Posnoviciado, donde formabas futuros sacerdotes, muchas ideas sobre filosofía y teología, a través de sabrosos diálogos enriquecidos de convicciones y de vida, pudiendo notar yo en ti, una sorprendente curiosidad por seguir investigando y descubriendo el campo de la verdad, con esa actitud más propia de un adolescente, que de un hombre ya enriquecido con la sabiduría que dan los años vividos y sufridos.
Ahora te estás preparando para encontrarte con la Verdad con mayúscula, que es la que subyace en toda verdad conquistada por la mente humana.
El sufrimiento, al igual que la vida, llegan a su fin, en el despertar de ese radiante amanecer que es la muerte, cuyos replandores inmortales nos permiten encontranos con Dios, cara a cara, y comprender, en un instante, todo el sentido que tuvo el haber nacido, el haber vivido y el haber sufrido; y descubrir que todas aquellas experiencias, inexplicables a veces, habían sido ejercicios ineludibles para comprender, por fin, lo que se nos depara en la Eternidad del Amor del Padre Creador, que todo lo hizo con sentido y perfección.
Me
ha dolido muchísimo la noticia de tu maligna enfermedad, ya no curable.
Y te escribí un pensamiento al pie de las palabras que nos enviaste.
Pero
mi dolor se fue atenuando cuando recordé una situación que nos tocó
vivir en relación con el misterio de la muerte, cuyo autor no ha sido
Dios, sino la paga por el pecado del mundo, como una noche oscura y
temida por muchos, la cual fue convertida por Dios, en su Sabiduría
Infinita, como puerta de entrada a la resurrección eterna.
Y es por eso
que si bien es cierto que, al morir, nuestra barca naufraga, no naufraga
en las aguas oscuras y tenebrosas de la aniquilación del ser humano,
sino en el glorioso nacimiento a la Vida que ya no terminará jamás.
Pero
antes de recordarte aquella experiencia, querido Padre, quisiera
compartir lo que escribiste anunciando tu dolencia, y lo que yo te
escribí de inmediato al pie de tu mensaje.
ESTO NOS ESCRIBISTE
23.04.2015Buen Día queridos hermanos de facebook!
Por este medio deseo escribirles y comunicarles que mi salud ha ido empeorando por un "Sarcoma Maligno" que me impide tener fuerzas suficientes para seguir comentando el evangelio de todos los días. No pude encontrar, uno que me pudiera suplir, Amín, mi amigo no tiene tiempo disponible dadas las actividades que le son encomendadas. Hemos conversado sobre este tema y de común acuerdo hemos decidido que yo me limite a comentar la homilia de todos los domingos. No será algo nuevo, sino la que esta ya imprimida en el libro de este año, Ciclo B, edición 2015.
Actualmente haciendo un tratamiento de Radioterapia para poder mejorar
mi calidad de vida, no obstante el sarcoma es ineliminable del cual
estoy sufriendo.
Agradezco al Señor el haber hecho algo (comentar el evangelio de cada día por varios años).
Me encomiendo a sus oraiones para que pueda preparame dignamente al Gran paso que conscientemente estoy esperando: el encuentro con el Señor por quien me he entregado.
Pa'i Pedro Chinaglia.
Agradezco al Señor el haber hecho algo (comentar el evangelio de cada día por varios años).
Me encomiendo a sus oraiones para que pueda preparame dignamente al Gran paso que conscientemente estoy esperando: el encuentro con el Señor por quien me he entregado.
Pa'i Pedro Chinaglia.
ESTO TE COMENTÉ
Francisco Oliveira
Querido Padre Pedro Chinaglia: Hace ya muchos años que el sufrimiento se instaló en tu cuerpo. Me viene el pensamiento de la Pasión de Cristo, cuyo digno Ministro eres, por la forma ejemplar de llevar tu Cruz.
Llevo en el alma la riqueza de tu amistad, por lo cual tu sufrimiento también es el mío.
Ruego al Señor, por la intercesión de nuestro Padre Don Bosco y de María Auxiliadora, que pronto experimentes la mejoría que estás esperando para recuperar tu calidad de vida.
No te preocupes de tus homilías, porque tu vida siempre ha sido y seguirá siendo la mejor homilía que puede dar un hombre: su testimonio de coherencia entre su conducta y el Mensaje escrito en los Santos Evangelios.
Tu vida me ha enseñado mucho más que tus palabras. Recibe, querido Padre, mi sincero abrazo de amigo.
______________________________
Mientras estaba escribiendo ese breve comentario a tu mensaje, acudió a mi mente aquella situación que nos tocó vivir en relación con el misterio de la muerte, que te la quiero recordar ahora, querido Padre, porque se refería al Gran paso que te dispones a dar.
Con motivo del lanzamiento de mi libro "Lo que no dice la Biblia", cuyo borrador lo he compartido en parte contigo, surgió en mi mente la inspiración de escribir un poema sobre la muerte, ya que mi libro publicado me hacía sentir como una paz inmensa por la misión cumplida.
Querido Padre Pedro Chinaglia: Hace ya muchos años que el sufrimiento se instaló en tu cuerpo. Me viene el pensamiento de la Pasión de Cristo, cuyo digno Ministro eres, por la forma ejemplar de llevar tu Cruz.
Llevo en el alma la riqueza de tu amistad, por lo cual tu sufrimiento también es el mío.
Ruego al Señor, por la intercesión de nuestro Padre Don Bosco y de María Auxiliadora, que pronto experimentes la mejoría que estás esperando para recuperar tu calidad de vida.
No te preocupes de tus homilías, porque tu vida siempre ha sido y seguirá siendo la mejor homilía que puede dar un hombre: su testimonio de coherencia entre su conducta y el Mensaje escrito en los Santos Evangelios.
Tu vida me ha enseñado mucho más que tus palabras. Recibe, querido Padre, mi sincero abrazo de amigo.
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Mientras estaba escribiendo ese breve comentario a tu mensaje, acudió a mi mente aquella situación que nos tocó vivir en relación con el misterio de la muerte, que te la quiero recordar ahora, querido Padre, porque se refería al Gran paso que te dispones a dar.
Con motivo del lanzamiento de mi libro "Lo que no dice la Biblia", cuyo borrador lo he compartido en parte contigo, surgió en mi mente la inspiración de escribir un poema sobre la muerte, ya que mi libro publicado me hacía sentir como una paz inmensa por la misión cumplida.
Transcribo lo que envié, en aquel entonces, a mis contactos del email, por lo cual también te llegó a ti mi poema.
COPIO AHORA, TODO LO QUE ENVIÉ EN DICHO MENSAJE
______________________________
Francisco Oliveira y Silva |
24/1/10
para: hnateresita, Pedro, carlos.oliveir.........
|
Hoy despunta, Señor, la alborada
que mi alma, hace tanto, soñó:
¡A tu Encuentro, por fin, me encamino!
¡Dame, Padre, tu abrazo de Dios!
(As. octubre, 2007)
que mi alma, hace tanto, soñó:
¡A tu Encuentro, por fin, me encamino!
¡Dame, Padre, tu abrazo de Dios!
(As. octubre, 2007)
ESTO ME ESCRIBISTE COMENTANDO MI POEMA.
RESCATO ESTA FRASE:
"Me lo voy a copiar para repetirlo sobre todo cuando llegará mi hora".
Ese
momento, querido Padre, va llegando de a poco.
El aceite de la lámpara
que Dios colmó al crearte, se va acabando para dar paso al brillo
indeficiente de la Luz de Cristo.
Por eso, con sincero amor, te hice llegar el poema, y siento deseos de leértelo personalmente cuando me sea posible visitarte.
Te doy un abrazo de hermano y amigo:
Francisco.