miércoles, 7 de marzo de 2012

EL PARAGUAY DE LOS CRISTALES ROTOS



Muy queridos amigos y lectores:


Es muy difícil que alguien se atreva a dañar a personas o cosas que lucen admirables, como: un cantante de fama, un disertante mundialmente famoso, un escritor galardonado, la habitación o los baños de un hotel maravilloso, un libro lujosamente encuadernado, una pequeña estatua perfectamente labrada.

A nadie se le ocurre destrozar nada de todo esto, porque la belleza parece repeler, por sí sola, cualquier intento de agresión.
Pero sucede todo lo contrario cuando el ser humano se enfrenta con algo en decadencia.
Entonces se despierta el instinto destructor.
Como si razonásemos así:
"está roto, vamos a romperlo más"; "está caído, vamos a hundirlo más"; "está siendo criticado, vamos a criticarlo más".

En breves palabras: lo lindo, se respeta; lo feo, se destruye.

Nadie conoce, a ciencia cierta, cuál es la explicación de este fenómeno.
Pero nadie duda de la existencia del mismo.
Este fenómeno, por desgracia vigente en toda la especie humana, ocurre también en los países, según su mayor o menor desarrollo socioeconómico, y en los hogares, según el orden o el desorden que los caracterice.

Un país en el que reina el orden, la limpieza de sus calles y plazas, el elegante confort de sus vehículos de locomoción colectiva, la impecable pintura de sus paredes y fachadas, el brillo perfecto de las escaleras,  la belleza radiante de las baldosas de los edificios públicos, así como la estricta y habitual observancia de sus leyes y normas, dicho país es cuidado por todos.
Nadie arroja papeles o envases descartables en la calle ni, menos aún, una colilla de cigarrillo en alguna plaza. Todos cuidan ese país.
Lo mismo ocurre con las ciudades: cuanto más hermosa, sus habitantes la cuidarán mejor.

Le propongo al lector recordar las experiencias que ha tenido, con referencia a todo lo que estamos comentando, trayendo a su mente las imágenes de ciudades, plazas, buses, hoteles, y todo lo que vivió recorriendo otros países, para confirmar esta curiosa "ley" de: cuidar lo bello, y destruir lo feo.

En nuestro país, desgraciadamente, reina el caos, lo feo, lo decadente.
No se respetan las sentencias judiciales, las leyes son atropelladas "mbaretépe", la Constitución misma es violada: estas conductas antipatrióticas y espeluznantes se observan no solo en ciudadanos marginales, sino en las mismas autoridades gubernamentales, comenzando por el Presidente de la República, ex-cura y obispo, que incumplen su juramento de respetar las leyes.

Los centros de salud y los hospitales públicos están sucios, y desabastecidos; la ciudad está hecha un basural; los cortes de luz y de agua son cosas de todos los días; las calles están llenas de charcos y de baches; las oficinas públicas rebosan de burocracia y  de planilleros; se tropieza a cada paso con repugnantes y sucios "asentamientos" de indígenas y desposeídos ; y suma y sigue.


Por lógica, la conducta ilegal y marginal cunde, y se va propagando esta maligna tendencia, reflejada incluso en el atropello de la luz roja, en el hacer caso omiso de las disposiciones para el manejo vehicular, especialmente de las motos; en arrojar desperdicios en la via pública; en la circulación de ómnibus chatarras y vehículos con humo negro en el escape; en los robos y asaltos organizados, casi siempre, por miembros de la Policía; y en la inmundicia moral de ese impresentable y anticientífico "Marco Rector Sexual" del MEC, que promueve todo tipo de aberraciones sexuales, frontalmente violatorio de la Constitución Nacional, ya propagado tramposa y clandestinamente en las instituciones educacionales, y con pretensiones de convertirse en ley, como única fuente podrida de moral sexual obligatoria para toda la Nación.

¡EL PARAGUAY ESTÁ CON SUS CRISTALES ROTOS!

Entonces sufre,exactamente, las mismas consecuencias de aquello que está roto y abandonado:
se lo rompe más, y crece la rapidez de su marcha hacia la ruina final.


¿CÓMO PODEMOS DETENER TAN TRÁGICO DESTINO?

Les ruego que lean el contundente experimento que realizó el famoso psicólogo Philip Zimbardo, y que aporten, por este medio o en Facebook, algunas propuestas que crean pertinentes y eficaces para poder dignificar nuevamente al Paraguay de los cristales rotos.

Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.



ESTE ES EL ARTÍCULO QUE ME ENVIARON.

“La teoría de las ventanas rotas”

En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Philip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, de la misma marca, modelo y hasta color. Uno, con una ventanilla cuyo vidrio estaba roto, lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York, y el otro, intacto, en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, en dos barrios con poblaciones muy diferentes. Un equipo de especialistas en psicología social, estaba listo para observar la conducta de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser saqueado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron.
En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.


Es común atribuir a la pobreza las causas del delito.  Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí.

Cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho, y el de Palo Alto llevaba una semana impecable
, los investigadores decidieron romper un vidrio del automóvil de Palo Alto, California.

El resultado fue que se produjo la misma reacción social que la del Bronx de Nueva York: el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.


¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?
No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología, el comportamiento humano y con las relaciones sociales.

Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que todo vale nada. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas rotas'. La misma sostiene que, desde un punto de vista criminológicoel delito es mayor en las zonas donde se nota el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato.

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás.
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Si una comunidad exhibe signos de deterioro, y esto es algo que parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito.

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Si se cometen 'esas pequeñas faltas', como estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad, o pasarse una luz roja, y estas pequeñas faltas no son sancionadas, entonces comenzarán a desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.


Si los parques y otros espacios públicos son deteriorados progresivamente, y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente.
Y esos mismos espacios, abandonados por la gente, serán progresivamente ocupados por los delincuentes
.

La respuesta de los estudiosos fue más contundente aún, indicando que,
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ante el descuido y el desorden, crecen muchos males sociales incluyendo el delito.
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Tan solo vea un ejemplo en casa:
 
si un padre de familia deja que su casa tenga algunos desperfectos, como la falta de pintura, las paredes en mal estado, los malos hábitos de limpieza, o la mala alimentación, el uso de palabras groseras, la falta de respeto entre los miembros del núcleo familiar, etc., etc., etc., entonces poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones interpersonales   y comenzarán a aparecer relaciones anormales con la sociedad, y quizá algún día llegarán a caer  en prisión.


Esa puede ser la explicación de la descomposición de la sociedad:

la falta de apego a los valores universales
, la falta de respeto de las personas entre sí, y hacia las autoridades, la corrupción en todos los niveles, la falta de educación y de cultura social.


La falta de oportunidades genera un país con ventanas rotas, con muchas ventanas rotas y nadie parece estar dispuesto a repararlas
.

La solución a este problema
yo no la tengo, estimado lector.
Pero he comenzado a reparar las ventanas de mi casa, estoy tratando de mejorar los hábitos alimenticios de mi familia, le he pedido a todos los miembros de la familia que evitemos decir malas palabras. También hemos acordado no mentir, ni siquiera mentiras pequeñas,  hemos acordado aceptar las consecuencias de nuestros actos con valor y responsabilidad y,  sobre todo, regalar una buena dosis de educación a nuestros hijos.
Con esto  espero comenzar a cambiar en algo lo que antes hubiera hecho mal.
He soñado con que los míos, algún día, repitan esto, con la finalidad de que mis hijos, y los hijos de mis hijos, hereden un nuevo Mundo:


¡Un Mundo sin ventanas rotas!

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