viernes, 3 de abril de 2015

UN MISTERIO INFINITO: DIOS ENCARNADO MURIÓ POR LOS PECADOS DEL MUNDO



Queridos amigos y lectores:



 


En este día tremendo del Viernes Santo, les hago llegar un poema, a modo de reflexión acerca de Dios en la Cruz.

Dije "tremendo", no solo por la crueldad sin límites del martirio padecido por el Divino Maestro, para expresarnos su infinito Amor "a cada uno de nosotros, con nombre y apellido", como lo dijo el Papa Francisco en su homilía, sino porque su Pasión y Muerte constituyen un acontecimiento ¡decidido por su Padre!, lo cual resulta absolutamente inexplicable para nuestro limitado entendimiento.


Y es también tremendo, porque el mismo se sigue repitiendo a diario en las carnes sufrientes de millones de hermanos nuestros que agonizan padeciendo horrores, no solo por el hambre y las enfermedades, sino por las persecuciones, torturas, martirios, y asesinatos espantosos, causados por verdugos implacables, seres carentes ya de todo atisbo de sensibilidad. 


El poema ha sido atribuido a Santa Teresa de Jesús.


SONETO A CRISTO CRUCIFICADO

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.


Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.


Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.


No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.



Asunción, 3 de abril, Viernes Santo de 2015.
Un abrazo:
Dr. Francisco Oliveira y Silva

No hay comentarios:

Publicar un comentario