domingo, 21 de junio de 2015

PUBLICAN UNA FOTO TRUCADA DE CARTES



Queridos amigos y lectores:
 
Hago la aclaración de que el fotomontaje con mi foto de perfil + CartesNO LO HICE YO, ni es de mi gusto.
Apareció en Facebook, tal como figura en los títulos de la página "Somos Docentes del Paraguay".

Mi carta, SÍ es original: la escribí yo, pero con la siguiente foto de Cartes con su padre, que fue la que usaron para el montaje:

Figura en www.franciscooliveiraysilva.com La encontrarán haciendo clik aquí: UNA CARTA PARA HORACIO CARTES
 

Resultado de imagen para foto de horacio cartes con su padres
Horacio con su padre.


Querido exalumno Horacio:

Soy Francisco Oliveira y Silva. Fui tu profesor de Psicología y Literatura en el colegio Goethe.
Te recuerdo como un adolescente más bien taciturno, pensativo y buen compañero.
Nunca hemos conversado sobre algún tema en especial, pero sé que seguías con interés mis clases.
Estudiabas mis materias, y te consideraba un buen alumno.
De todas formas, sirva este recordatorio, por el día del padre, hoy 21 de junio, ya que los docentes, de alguna forma, somos también padres y madres de nuestros alumnos, sin necesidad de aceptar que se reclinen en nuestros hombros.
Cordiales saludos:
Francisco Oliveira y Silva.
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8 h ·
Querido exalumno Horacio:

Soy Francisco Oliveira. Fui tu profesor de Psicología y Literatura en el colegio Goethe.

Te recuerdo como un adolescente más bien taciturno, pensativo y buen compañero.
Nunca hemos conversado sobre algún tema en especial, pero sé que seguías con interés mis clases.
Estudiabas mis materias, y te consideraba un buen alumno.


Recuerdo que siempre solía aconsejarles estudiar mucho, y dedicarse con responsabilidad al cumplimiento de sus deberes, porque "entre ustedes -les decía- se encuentran los futuros Ministros, los Legisladores y las autoridades del Paraguay, y hasta algún presidente de la república".
Y eso ocurrió.

Del estudiantado del colegio Goethe han salido Ministros de la talla de Germán Rojas, y otras autoridades de nuestro país. Ese amado Colegio ha sido siempre un semillero de notables personalidades.

Y a vos te tocó ser el Presidente de la República.

Esos pronósticos no eran profecías, sino deducciones del sentido común, porque era lógico suponer que los mejores estudiantes llegarían a ser personalidades importantes en nuestra sociedad.
Fue muy grande mi alegría cuando fuiste electo Presidente.

Me encantó tu discurso inaugural, porque en él mencionabas muchos proyectos indispensables para forjar la Patria Nueva con la que todos seguimos soñando, ya libre de las cadenas opresoras de la injusticia y de la pobreza, implacables látigos que la humillan y mancillan su dignidad y su resplandor de Patria libre y soberana.

Me emocioné cuando comenzaste a hablar invocando a Dios y a la Virgen de Caacupe, expresando tu dolor por la pobreza que tortura a tantos compatriotas, y tu decisión de propulsar el imperio de la justicia, y de los derechos a la educación, a la salud, a la seguridad, y al trabajo digno, anunciando tu firme decisión de no dejar que los marginales te marquen la hoja de ruta.

Muchos mandatarios dicen eso mismo en sus discursos, pero el énfasis expresivo que vos ponías en cada una de tus palabras, denotaba mucha sinceridad y la decisión innegociable de llevar a feliz término cada uno de esos propósitos, enriquecidos por la virtud del patriotismo que en ellos palpitaba.
Poco después declaraste: “No voy a desaprovechar esta gran oportunidad de progreso que tiene el país, quiero ser un Carlos Antonio López”.

Y también: “Quiero paraguayos con becas, quiero la vuelta de los ferrocarriles, quiero que vuelva la honorabilidad, quiero que el patriotismo vuelva a sentirse en el corazón de los paraguayos, tengo la certeza de que se puede”.

¡Todo un proyecto de vida!¡Todo un Programa de Gobierno!
Pero, desgraciadamente, las esperanzas que empezaron a brotar en nuestros corazones ante tan promisorios horizontes de un Paraguay soñado, se han ido diluyendo paulatinamente con el correr del tiempo, como si alguna fuerza desconocida y contraria a tu voluntad, estuviera poniendo frenos a tus altos propósitos patrióticos.

¿Qué está pasando, Horacio?

Solo vos podés responder, objetiva y honestamente, a esta pregunta.
No estoy seguro de que mis palabras hoy tengan para vos la misma importancia que tuvieron en tus años de estudiante del colegio Goethe. La vida nos va cambiando, y no pocas veces las personas cambian su filosofía y hasta sus valores.

Pero necesitaba escribirte esta carta.

Te soy sincero: en ningún momento pensé que podrías desilusionarnos como Mandatario.
Sin embargo la desilución se hizo presente: comenzó a surgir el desaliento en millares de compatriotas que te hemos dado sin vacilar nuestro voto en las urnas, convencidos de que, por fin, surgía un paraguayo con valentía y fe en la Patria, decidido a imprimir ese Nuevo Rumbo al Paraguay.

Todos sabemos, inclusive vos mismo, que todavía no se logró casi nada de cuanto esperábamos alcanzar de tu desempeño como Presidente de la República.

Siguen rondando aterradores los fantasmas de la inseguridad, especialmente en el Norte, con sus secuelas de sangre y luto, el hambre y la pobreza; y nos aprietan el alma los tentáculos enormes de la corrupción inveterada, el decadente sistema de salud, y la ya casi inexistente educación paraguaya, ubicada hoy en su peor nivel, por citar solo algunos aspectos de nuestra sombría realidad.

Todo eso habla a las claras de que aún no estamos encontrando el rumbo como Nación: menos aún, el Nuevo Rumbo que nos prometiste.

Te quedan aún tres años de Gobierno. Todavía hay tiempo para generar esperanza, y para hacer florecer la posibilidad de volver a soñar con ese porvenir venturoso que nos merecemos los paraguayos.

Crece también mi fervoroso anhelo de que puedas dar ese golpe de timón, que te permita alcanzar los objetivos que te propusiste cuando el Pueblo te entregó el bastón presidencial.

Hago mías las palabras de tu mensaje del 16 de junio de 2013, Día del padre, a todos los padres del Paraguay. Dijiste:
"Los padres trazan el Nuevo Rumbo del Paraguay. Como padre de tres hijos, pido a Dios que nos dé la sabiduría a cada uno, para seguir sembrando en nuestros hijos lo mejor que queremos para el país".

Espero que vos, como padre de tantos compatriotas huérfanos ya de alegría, y carentes de todo, puedas lograr un feliz amanecer de prosperidad para todos ellos, brindándoles la oportunidad de imprimir de verdad un nuevo rumbo en sus vidas.

Y que podamos verte, emocionados, cómo levantas nuestra sagrada enseña tricolor, hasta el sitial que le corresponde en el concierto de las Naciones.

Te mando un fuerte abrazo:
Prof. Francisco Oliveira y Silva.

MIREN ESTO:

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