miércoles, 30 de abril de 2014

LOS QUE OPINAN SOBRE EL PAPA Y LA IGLESIA



Queridos amigos y lectores:




Siguen llegando hermosas respuestas a las 12 preguntas que les propuse contestar acerca del atractivo inmenso que ejercen el Papa y la Iglesia en el mundo, y que las envié en el artículo anterior. 
Cuatro personas ya han respondido en el correo, y ahí mismo publiqué sus respuestas, una de ellas, con nombre y apellido, con permiso de esa persona.
Aquí va una serie de respuestas, de una misma persona, la quinta, que contestó, por separado, a varias de las 12 interrogantes de mi último mail.  


Francisco Ascarza
Francisco Ascarza
Lo hizo desde mi blog, y me permitió dar su nombre.
Estas son sus respuestas:

5.

Francisco Ascarza 

Francisco Ascarza ha dejado un nuevo comentario en su entrada "¿PODRÁN NUESTROS ENEMIGOS APLASTAR A ESTAS MULTITU...":


Buenas noches Don Francisco. Muy interesantes las preguntas, pues inducen a la reflexión. Me animo a contestar algunas de ellas. Si Ud. así lo desea y lo amerita, puede publicar mis respuestas con mi nombre.


¿Por qué ningún político del mundo es capaz de convocar a tanta gente?


Según lo entiendo, la diferencia que encuentro (en cuanto a convocatoria se refiere) entre un líder carismático como lo es el Papa y un político cualquiera, es que el primero habla al corazón de las personas, de forma sencilla y directa, apelando a los principios más nobles que nos caracterizan como humanos, como ser el amor y la misericordia. El segundo, en cambio (y por lo general) sigue el camino contrario: enarbola banderas partidistas; divide en lugar de unir, acapara en lugar de dar. Está claro que la historia registra grandes políticos que arrastraron multitudes, como ser Luther King o Gandhi, pero ello fue así, precisamente, porque estos extraordinarios hombres tuvieron la capacidad de dotar a sus discursos de los principios que defienden la dignidad humana por sobre las miserias cotidianas.



 

Querido Fran:

Valoro y aprecio tu respuesta, más aún cuando observo en ella tu nobleza, tu respeto a la objetividad y tu inclaudicable empeño por la búsqueda de la verdad, que a todos nos interpela como ineludible compromiso, que pocos se interesan por asumirlo, limitándose a tomar el inservible atajo de las opiniones chirles sin asidero racional alguno. 

Recibe un doble abrazo, hoy 30 de abril, por el Día del Maestro, por ejercer el magisterio como papá y docente, y por el Día del Trabajador, que honras cada día del año con tu perseverante dedicación al trabajo.


¿Por qué esos millones de personas, venidos desde los más lejanos confines de la tierra, llegan hasta Roma sin haber recibido dinero ni promesas de premio alguno, sino costeándose sus pasajes, y haciendo grandes sacrificios incluso, como dormir en la plaza?


Creo que esta pregunta guarda relación con la primera, en cuanto a que las personas estamos dispuestas a realizar grandes sacrificios cuando consideramos que la causa es noble y sincera. No está de más reiterar que cuando se llega al corazón de la gente, ésta responde de la misma manera: con el corazón. Del mismo modo, pero en sentido contrario, podríamos afirmar que la falta de convocatoria de los consabidos discursos de ocasión tiene sus raíces en la poca credibilidad de los oradores de turno.


¿Podrán los enemigos de la Iglesia, destruirla como pretenden?


No, porque la Iglesia se sostiene en la fe. Habría que destruir la fe para destruir la Iglesia. Pero para destruir la fe, habría que destruir primero a la persona toda, que es quien le da vida desde el espíritu.


¿Podrán esos enemigos borrar el nombre de Dios en las leyes, en las escuelas, en la sociedad y en los hogares?


Para responder a esta pregunta debo dividirla en dos partes: por un lado, Dios en las leyes y las escuelas (y cuando hablo de escuelas me refiero a las públicas); y por el otro lado, Dios en la sociedad y en los hogares. Yo estoy convencido de que, para alcanzar la igualdad de derechos, se debe separar al Estado de la Iglesia. Pero entiendo esta separación en tanto y en cuanto signifique evitar el adoctrinamiento religioso, puesto que no es aceptable, desde mi punto de vista, que el Estado permita que se enseñen como verdades (y se legisle en tal sentido) los dogmas de un credo determinado. El Estado debe basar su accionar en la ciencia. Y es esta postura la que me permite, por otra parte, sostener que se debe enseñar religión en los colegios, pero con énfasis en la historia y la ética, apuntando a hacerlo de forma comparada, de suerte tal de poder comprender la evolución del pensamiento humano.
Sin embargo, no es aceptable intentar borrar a Dios de la sociedad toda (incluyendo los hogares) pues se violentaría la dignidad humana, entendiendo por ésta el valor que nos es inherente en cuanto a seres dotados de libertad. Se debe proteger con todos los medios que tengamos a nuestro alcance la voluntad de las personas de creer y profesar dicha creencia.


¿Podrán conseguir que los gobernantes del Paraguay impongan en las escuelas y colegios una "educación sexual" libertina, que admite como conductas normales la homosexualidad, el aborto...?


Quisiera referirme aquí, en particular, al tema del aborto.

Al respecto, y durante años, los abortistas, de forma malintencionada y artera, han intentado circunscribir la discusión a instancias tales como la de la salud pública o la biología, dejando de lado el hecho de que la naturaleza no hace distinción alguna entre las formas de vida (no existe ley natural que establezca que un ser humano valga más que una bacteria), y que por lo tanto, la valoración la hacemos nosotros desde la filosofía.

Se trata, pues, de una discusión que tiene como centro a la ética, y a los principios que de ella deriven al intentar dignificar a la persona humana (para aquellos que estamos en contra del aborto, esta dignificación se inicia en la fecundación).

No es razonable, entonces, fundamentar una estructura moral sobre ciencias como la biología (si bien éstas son muy útiles para desentrañar los misterios de la evolución), ya que, como se dijo al principio, la naturaleza no distingue entre las distintas formas de vida.

Por lo mismo, tratar el tema desde el plano de la salud pública sería un despropósito, pues primero debería resolverse en el plano que le es propio, es decir, el de la ética.

El único motivo que encuentro que lleve a semejante distorsión, es la urgencia de ciertos grupos ideologizados de obtener beneficios en la implantación de sus ideas en las escuelas y colegios.

Muchas gracias Don Francisco por permitir exponer nuestras ideas.

Cordiales saludos! 

Querido Fran:
 
No solamente agradezco tus respuestas, sino que las valoro y aprecio mucho, porque encierran tanta sinceridad, claridad y objetividad, que resultan sumamente convincentes y provechosas para aquellos que aún no han encontrado el modo de resolver el planteamiento que propuse en estas interrogantes. Por eso copié tus contestaciones para ponerlas también en el mail y en el Facebook, a fin de que puedan llegar a un mayor número de contactos míos, los cuales, a su vez, reenvían los correos valiosos.







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