viernes, 15 de marzo de 2013

UN PAPA LLAMADO FRANCISCO

Queridos amigos y lectores:


La sencillez y la humildad, tan naturales y espontáneas, nada fingidas, del Papa Francisco, impactaron de inmediato, no solo en la multitud reunida en la plaza de San Pedro, sino en todo el mundo que seguía tan trascendental ceremonia por la televisión.

Hay comentarios muy simpáticos y novedosos al respecto, que podrán encontrarlos en la prensa mundial, y en las redes sociales. Todos coinciden en afirmar que su presencia marcará un nuevo estilo en el Vaticano.

Unos botones de muestra: cuando recibió el saludo clamoroso de la multitud en la plaza de San Pedro, al aparecer, por primera vez en ese balcón, ante esas personas y ante el mundo, con entera naturalidad, como si no estuviera escuchando el clamor de la gente, les saludó con suma serenidad.
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Pero no lo hizo, como acostumbran hacerlo los Papas, con las clásicas expresiones: "Alabado sea Jesucristo", o "Queridos hermanos y hermanas", sino con el familiar "Buona sera" en italiano, que significa "Buenas noches".

Y comenzó a hablar con la misma naturalidad con que se habla ante un pequeño grupo, sin inmutarse.
No vestía todos los ornamentos papales propios de esa circunstancia, sino la simple sotana blanca y el solideo en la cabeza, sin la mitra papal.

Tampoco había aceptado sentarse en el trono papal, para recibir el saludo y la promesa de obediencia de los Cardenales, sino que lo hizo permaneciendo de pie, como se recibe el saludo de los amigos.

Después de la ceremonia, no usó el vehículo papal para trasladarse al hotel a retirar sus pertenencias, sino que abordó el mismo ómnibus donde estaban los otros cardenales, y se sentó en un asiento cualquiera de ese colectivo.

Estos gestos me recuerdan mucho al Papa Juan XXIII, conocido como "el Papa de la bondad", que fue el que dio inicio al Concilio Vaticano II, cuya biografía, en libro o en film, es sumamente deslumbrante por sus gestos que trasuntan absoluta sencillez.

Una religiosa amiga me preguntó en el fb. mi opinión sobre el Cardenal Bergoglio, hoy S.S. Francisco.
Copio y pego lo que le respondí: 
     
"Le digo que, en la elección del Card. Bergoglio para ocupar la sede de Pedro, he podido palpar, una vez más, la Presencia evidente del Espíritu Santo en la Iglesia. Este Papa es el hombre enviado por Dios para los tiempos actuales.
Se juntan en él la dulzura del amigo, con la firmeza del jefe; la autoridad del líder que conduce ejércitos, con la paternidad del hombre que es ejemplo para el hijo niño; la profundidad del intelectual que enseña, con la jovialidad entre iguales del compañero de equipo; la grandeza intelectual del sabio, con la humildad natural del desposeído; la exaltación de la riqueza Divina de Cristo, con la pasión por derrotar la pobreza Humana; y la extroversión característica de la nacionalidad argentina, fusionada con la expansiva actitud jovial de la italiana; la extroversión en el relacionamiento humano, y la introversión en la contemplación de lo divino. No voy a extenderme ahora, en tantas cosas que quisiera escribir al respecto, pero he visto en S.S. Francisco, AL SEGURO RECONSTRUCTOR DE NUESTRA IGLESÍA HOY TAN DECAÍDA.
Cristo no abandonará a su Esposa, por los siglos de los siglos, Amén.
¡Este es el Día que hizo el Señor: Exultemos y alegrémonos en él! ¡Sí: cantemos Aleluias, Hermana, aunque estemos en Cuaresma, porque la presencia del Papa Francisco, nos transmite el vigor de Cristo resucitado".
Cuando, en su primera Misa en la Capila Sixtina, habló a los cardenales, lo hizo con el estilo coloquial de un profesor conversando con sus alumnos: sin rebusques ni términos técnicos de la Teología, pero, eso sí, trasluciendo en su mirada la convicción profunda de cuanto le iba brotando del corazón.
Cito un párrafo que me llegó muy hondo:

"Cuando caminamos sin la cruz, cuando construimos sin la cruz, y cuando proclamamos a Cristo sin la cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos. Podremos ser obispos, sacerdotes, papas, todo esto, pero no somos discípulos del Señor".
Los cardenales lo seguían absortos, mientras fluían de sus labios tan profunda sabiduría expresada con sencillez.

Podrán ustedes encontrar en You Tube el video completo de esa magistral expresión de su profunda naturalidad y convicción absoluta de cuanto estaba exponiendo.

Hoy quiero acercarles otro video donde este mismo hombre, entonces todavía Cardenal Bergoglio, habó ante un público formado por paraguayos residentes en Buenos Aires, para dar la bienvenida a la Virgencita de Caacupé, recibida por ellos en la Catedral de dicha ciudad porteña.

Me sorprendió la postura hondamente feminista, como la de Cristo, de este Cardenal, y la valoración extrema que hizo de la mujer paraguaya, lo cual no es frecuente escuchar en nuestra misma patria ni, menos aún, en la Argentina.

Este Cardenal admira a la mujer paraguaya y la elogia, pero explicando por qué lo hace.

Les invitó a dejarse llevar por la emoción al escuchar a este hombre, hoy Papa, que habla con el corazón en la mano, y los ojos puestos en los desposeídos y necesitados de consuelo.

Cuando uno habla con convicción, las palabras penetran hasta el alma.

Véanlo y escúchenlo:                  

http://youtu.be/dB9GJkLw-bY

Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.
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