sábado, 26 de octubre de 2013

AGRADECER A DIOS LO QUE NOS DIO, Y NO COMPARTIRLO: DE NADA SIRVE




Queridos amigos y lectores:

Se suele escuchar: "¡Cuántas cosas lindas nos ha  dado la vida!"
Quienes así se expresan, no saben lo que dicen, porque ignoran donde está esa "vida", ni el poder que tiene para darnos tantas cosas lindas.

En la canción "Gracias a la vida", de Violeta Parra, ella agradece por:

los ojos, el alto cielo y su fondo estrellado, el hombre que yo amo, el sonido, y el abedecedario, con él las palabras que pienso y declaro, madre, amigo, hermano, y luz alumbrando la ruta del alma del que estoy amando; la marcha de mis pies cansados, playas y desiertos, montañas y llanos, y  la casa tuya, tu calle y tu patio; el corazón que agita su marco cuando miro el fruto del cerebro humano, cuando miro al bueno tan lejos del malo, cuando miro al fondo de tus ojos claros. Me ha dado la risa y me ha dado el llanto, así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto.
La palabra "vida" en ese contexto, equivale a "la suerte", "el destino", "la casualidad", "la fatalidad", y otras palabras similares.
Con frecuencia se escucha decir, especialmente a los futbolistas, cuando perdieron un partido: "no nos acompañó la suerte".
Yo le preguntaría a ese deportista: ¿y dónde se quedó "la suerte", que no llegó a tiempo para ayudarles? O también: ¿en qué puesto debía haber jugado "la suerte"  para ayudar al equipo?
Nadie podrá responder a estas preguntas, tan realistas, por cierto.
¿Por qué nadie podrá responder?
Porque "la vida" no te da nada, ni "el destino", ni "la fatalidad".
Esas son palabras huecas, carentes de significado real, y usadas por muchos de manera acrítica, es decir, sin razonar, cuando tratan de explicar o de justificar aquello cuya verdadera causa se desconoce, o se la desea ocultar, como en el caso del futbolista.
Pero si decimos la Vida, con mayúscula, entonces nos estamos refiriendo a la Causa de las causas, es decir, a Dios, el cual sí existe y cuida de su Creación, podrida en muchos lugares, hogares y personas, como consecuencia del pecado que el ser humano introdujo en el Planeta:

guerras, injusticias, mentiras, fraudes, estafas, esclavitud, torturas, inmoralidad de los religiosos,  que debieran ser ejemplos de virtud, lujos, despilfarros, tiranías, opresión al pueblo, robo al pueblo, desperdicio de comidas, odio, venganza, y un largo etcétera,


Es el reverso de la moneda de todo lo bueno que nos alegra y conforta.
Cada día aumenta el número de creyentes en ese Primer Motor del cual hablaba Aristóteles, cuya inteligencia y profundidad filosófica supera a la suma de todas las inteligencias de cuanto racionalista existe o existió.
Dan lástima esta gente: no reúnen la capacidad elemental para el raciocinio de los filósofos famosos, incluyendo los racionalistas, hoy ya obsoletos, pero se quieren empinar, con burlas y agresiones groseras, propias de las "barras bravas" del pensamiento, como los dioses que traen al mundo "la verdad": la de ellos, es decir, esa repugnante listas de afirmaciones torpes, apriorísticas y repetidas hasta aburrirnos.
Me dirijo a mis amigos creyentes, de la religión o de la espiritualidad que sea, para decirles:

No nos olvidemos de decir "gracias a la Vida", pero con mayúscula, para distinguirla de la inexistente "vida" o "suerte" a la que canta la recordada cantautora chilena Violeta Parra.

Les lanzo un desafío:
Escriban en una hoja todo lo bueno que les dio el Autor de la vida.
Les doy una ayuda escribiendo yo un ejemplo de esa lista:

la vida, la salud, los estudios que pudimos realizar, el título logrado, la inteligencia y la memoria para hacer esos estudios, la vivienda, el trabajo, los alimentos, el vehículo, los muebles y electrodomésticos, el amar y ser amado por alguien, las diversiones, las vacaciones, la buena familia, los hijos, la espiritualidad, la firmeza de carácter, los rectos principios, las amistades, la Biblia, los guías espirituales, los santos que admiramos, el Papa y los sacerdote santos, el barrio en donde vivimos, el poder practicar nuestros cultos sin ser perseguidos o torturados por ello, los libros, los arroyos, los lagos, el mar, las montañas, los gratos recuerdos de la infancia, las fiestas familiares y religiosas, como la Navidad, la Pascua y, sobre todo, el Bautismo, la Fe, la Esperanza y la Caridad.
Marquen en esta lista aquellos de los que ya disponen, y otros que no están en la lista porque son vivencias muy íntimos, que solo ustedes conocen.
Y ahora viene el desafío:
  1. ¡Se sorprenderán de tantas cosas buenas que tienen en la vida, ante las cuales jamás tomaron conciencia de que en ellos se ha manifestado el Amor Creador! 
  2. Posiblemente jamás le han dado las gracias al Creador, nuestro Padre, por tantos bienes que derramó en nosotros, en nuestra familia, en nuestra Patria.                                                           
  3. Posiblemente jamás han pensado seriamente en los seres humanos que no tienen alimento, cobertura de salud ni fármacos; en los que no tienen trabajo o lo han perdido, teniendo familia que mantener; en los que no tienen un techo ni un lecho, y duermen en la via pública; en los mendigos, lisiados, discapacitados; en los que se drogan; en los que sufren el inhumano, denigrante y traumático "bullying"; en los inocentes ancianos, jóvenes y niños que mueren en medio de terribles agonías en las guerras, ya inexplicables a esta altura de la civilización; a los que no tienen acceso a la educación, o a los que sufren por causa de una pésima ideología educativa; en una palabra: a todos los necesitados de ayuda. 
  4. Ni tampoco han hecho alguna obra o actividad constante, en la medida de sus posibilidades personales, para brindar auxilio a algunas de esas personas.
Quiero, entonces, si gané la apuesta, invitarles a agradecerle a Dios, cada día, por tantas bendiciones recibidas de su Amor.
Y, fundamentalmente, a hacer algo por los que sufren, sin lo cual ninguna oración tendrá valor alguno.

Podemos rezar y agradecer, ciertamente, pero debemos también actuar y no dejarle a Dios "todo el trabajo".

Me repugnan esas oraciones que dicen: "Te agradezco Señor porque no estoy entre los millones que padecen el hambre; porque duermo tranquilo sin correr el peligro de los bombardeos; porque no soy un analfabeto como hay millones, porque no pertenezco al número de los ateos,...etc."

Esa forma de orar me recuerda tanto la oración "sobradora" del fariseo:

"En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola, por algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana,doy el diezmo de todas mis ganancias." 
Jesús termina diciendo que de nada le sirvió al fariseo rezar de esa forma.
(Lucas 18, 9)

Me recuerda también las palabras del Apóstol Santiago:

"¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?” ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos de alimento diario y alguno de ustedes le dice: “Vete en paz, abrígate y sáciate, pero no le da lo necesario para el cuerpo, “¿de qué sirve?” Así también la fe, si no  tiene obras, está muerta.
(Santiago 2, 15-17)
O esta egoísta "oración" que he escuchado en ciertos hogares al sentarse a la mesa para almorzar:

"Bendecidnos, Señor, bendecid esta mesa, y dad también el pan a los que no lo tienen".
Se menciona, es cierto, al hermano hambriento: ¡pero se le pide a Dios que lo alimente!

Agradezcamos, entonces, pero no dejemos de hacer todo lo que esté a nuestro alcance, en favor del projimo necesitado.

Les propongo expresar la gratitud con el Salmo 100.
Es muy breve. Copio aquí tres versículos:

"Aclamad al Señor toda la tierra, servid al Señor con alegría, llegaos hasta Él entre gritos de júbilo.
Sabed que el Señor es Dios, que Él nos hizo y suyos somos. Somos su pueblo, y Él es nuestro pastor.
Llegad hasta el Señor dándole gracias, y con alabanzas bendecid su nombre.
Porque es bueno el Señor, para siempre es su amor, y su misericordia es eterna".

Y LES ENVÍO ESTE PPS. PARA REFORZAR CUANTO HEMOS MEDITADO EN ESTE COMENTARIO.
Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
Cel.: 0985 24 26 01

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