lunes, 25 de abril de 2011


¡FELICES PASCUAS!

Siempre decimos "Felices Pascuas", sin pensar, realmente, por qué se dice esa frase.

Para los creyentes en el Evangelio de Cristo, eso significa: "Te deseo toda la alegría que siento en mi corazón, porque ¡Cristo resucitó!". Sabemos que esto es un hecho histórico, sucedió realmente, y muchos testigos de tan maravilloso acontecimiento han dejado por escrito sus testimonios.
Si eso no hubiera sucedido, nuestra fe no pasaría de ser una linda creencia, pero sin ningún valor para fundar en ella nuestra vida. Lo que le da vigor a nuestras convicciones cristianas es que, realmente, históricamente, Cristo resucitó, dándole así una certeza y una credibilidad indiscutible a todo cuanto dijo.

Por eso decimos también "Aleluia", que significa alegrémonos: no solo por lo de su Resurrección, sino por lo de la firmeza real e inconmovible de nuestra Fe, que se afirma en ese hecho real y plenamente confirmado.

Pero hay otro fenómeno que debemos tener en cuenta: así como Cristo sufre en el que sufre, y se alegra en el que se alegra, porque "todo lo que hicisteis al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo habéis hecho" (Mateo 25, 40): es decir, ya que Cristo está presente en las personas de nuestra sociedad, dolientes o aliviadas en su dolor, cada uno de nosotros podemos hacer algo para brindarles la ayuda que necesitan para vencer sus penurias y recuperar la alegría, "dándole de comer, de beber..." como leemos en el Evangelio.
¿Qué puedo hacer yo por Paraguay? es, entonces, la pregunta referente a esta Pascua.

Considerando este hecho, tan real también, hoy quiero expresarles mis más profundos sentimientos de esperanza en la Resurrección de nuestra Patria, aún paralizada por la muerte de los valores y de la dignidad de la persona humana, a la cual la están queriendo reducir al nivel de los irracionales, a causa de ideas erradas de una doctrina política .
En efecto: hay tantos compatriotas que siguen sufriendo horrendos dolores: sin comida, sin recursos, sin remedios, sin justicia, sin trabajo, sin educación, y, ya pronto, sin familia.

Pero cuando todo eso se acabe, es decir, cuando gocemos de un gobierno que permita el resurgimiento de los valores cristianos, ciudadanos y humanos, ya sin las cadenas de la imposición de una ideología extraña, que destruye nuestra familia, nuestra sexualidad , nuestras más bellas tradiciones paraguayas, y podamos consolidar nuestra identidad como Nación Soberana, ¡entonces Cristo resucitará victorioso en Paraguay, ya libre de las cadenas de la muerte!
Y entonces, con mayor alegría aún, podremos decirnos, entre todos...

"¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!"

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