miércoles, 27 de febrero de 2013

LA SUCIEDAD QUE HAY EN LA IGLESIA



Queridos amigos y lectores:


Con motivo de la renuncia al Pontificado de Benedicto XVI, mucho se está hablando de la tristemente famosa Teología de la Liberación, abiertamente anticristiana, y de la red de prostitución homosexual supuestamente infiltrada en el Vaticano, en la cual habría incluso sacerdotes metidos en tal inmundicia.
Antes de abordar dichos temas, quisiera llamar la atención del lector sobre un hecho sumamente importante que se relaciona con la dolorosa decadencia de la santidad que debiera reinar dentro de la Iglesia.

Tal hecho es el siguiente:
Que cuatro Papas ya nos habían alertado,  desde 1962 hasta 2013, sobre esta tragedia que se cernía amenazante sobre la Iglesia, y que ya comenzaba a desfigurarla.

Esos Papas ya veían, con absoluta nitidez, cómo estas ignominias amenazaban con destruir la credibilidad hacia esta Institución destinada a hacer brillar la Luz de Cristo.
Me refiero a Juan XXIII, Paulo VI, el Beato Juan Pablo II, y Benedicto XVI


Juan XXIII, al explicar cuál era el objetivo del Concilio Vaticano II, cuyo inicio tuvo lugar el 11 de octubre de 1962, lo sintetizó en esta historica frase:
Abramos las ventanas de la Iglesia para que entre luz y aire fresco”. (Pretendía, con el Concilio, sanearla, "aggiornarla", actualizarla).
“Quiero abrir
-decía- ampliamente las ventanas de la Iglesia, con la finalidad de que podamos ver lo que pasa al exterior, y que el mundo pueda ver lo que pasa al interior de la Iglesia.”


Paulo VI,
en 1972, afirmó que “a través de alguna fisura el humo de Satanás ha entrado a la Iglesia”.
Beato Juan Pablo II:
en su carta encíclica "Evangelium Vitae", promulgada el 25 de marzo de 1995 sostenía que “Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible, mediante una verdadera conjura contra la Verdad.”

Benedicto XVI,  un mes antes de ser elegido Papa, en una misa del Viernes Santo de 2005, dijo: “Cuánta suciedad hay en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar entregados al Redentor. ¡Cuánta soberbia! La traición de sus discípulos es el mayor dolor de Jesús!”. 

Lo sabía antes de ser Papa: una de sus principales tareas sería la de eliminar de la Iglesia las lacras de la pederastia. Y lo hizo.
Esto fue lo que le dijo a la Iglesia de Irlanda en una carta pastoral. “Habéis traicionado la confianza depositada y deberéis responder ante Dios y los tribunales”. 
También citó para referirse al mismo tema, las palabras de Jesús:

“Ay de aquél que escandalizara a un niño. Más le valiera que le colgaran una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al mar”.

Ratzinger siempre supo muy bien que en este tema la Iglesia Católica se estaba jugando su credibilidad social y su autoridad moral y, por lo tanto, actuó en consecuencia; es decir, no le tembló la mano para desenmascarar, por ejemplo, a Marcial Maciel, acusado de pedofilia, y fundador de la llamada Legión de Cristo.
Y terminaba Banedicto XVI aquellas históricas denuncias, con esta súplica a Dios, en el Via Crucis de aquel Viernes Santo:

Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia... Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos”.
Y el pasado miércoles de Ceniza, 13 de febrero de 2013, con el semblante extenuado, al anunciar su renuncia, el Papa alzó la voz para condenar los males que aquejan a la Iglesia, como o hiciera en aquel histórico Via Crucis del 2005.
Sus palabras fueron implacables: denunció la
“hipocresía religiosa”, fustigó a quienes “aparentan” o “buscan el aplauso y la aprobación,” y advirtió que las divisiones son capaces de “desfigurar el rostro de la Iglesia”.

Esta arremetida es la síntesis de un Pontificado que inició con la denuncia de la suciedad que hay dentro de la Iglesia, y su tácita promesa de luchar contra esa basura.
Y lo hizo con coraje. Pero las fuerzas le abandonaron antes de ganar esta durísima batalla.

Ahora bien: ninguno de estos cuatro  Pontífices se ufanaron jamás de presidir una Iglesia formada solamente por santos.

Ellos constataron la presencia diabólica entre las filas de los mismos clérigos, obispos y cardenales.
Es más que evidente que, desde tiempo atrás, tal vez desde los primeros años del cristianismo, desde el primer Papa, que fue San Pedro, ya se estaba dando tan triste fenómeno surgido de la miseria humana.
En nuestro tiempo son dos las suciedades que afean la imagen de la Iglesia católica:


*LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN: con su secuela de marxistas que llegaron a ser consagrados sacerdotes o monjas; y de sacerdotes o monjas que llegaron a ser marxistas. 
Estas personas manipulan el Evangelio de Cristo y proponen un ideario político
fundado en la violencia, supuestamente para "defender a los pobres". 
Predican también una moral en la cual todo está permitido, incluyendo la desobediencia al Papa.

Esto ya está ocurriendo con
los 10.000 mil católicos, incluyendo gran cantidad de monjas estadounidenses, que se rebelaron contra el Vaticano, capitaneados por Sor Margaret A. Farley, R.S.M (Hermanas de la Misericordia), con su famoso libro “Just Love: A Framework for Christian Sexual Ethics” ("Simplemente Amor: Un marco para la ética sexual cristiana"-Ver en Internet-); y con los sacerdotes "por la desobediencia al Papa", que son300 párrocos austríacos que han puesto en marcha por internet la iniciativa "Una llamada a la desobediencia" (ver esto también en Internet), con la que exigen reformas, como permitir el sacerdocio a mujeres, y a hombres casados.

*LA PEDOFILIA  y los crímenes sexuales cometidos por obispos, sacerdotes, religiosos, y monjas, en frontal colisión contra las leyes penales de la sociedad, contra el voto de castidad que libremente en otro tiempo profesaron, y contra los mismísimos preceptos bíblicos que condenan todas estas conductas abominables.
TODAS ESTAS BRUTALES AGRESIONES COMETIDAS CONTRA LA IGLESIA CATÓLICA, SUMADAS AL ROBO DE DOCUMENTOS SECRETOS DEL VATICANO, han terminado por quebrar la resistencia del Papa Benedicto XVI.

Este Papa, abrumado y ya sin fuerzas ante la gigantesca marea de tanto delito inmundo, encontró que lo más prudente era entregarle el timón de la Barca de Pedro, ya demasiado dañada y atacada por sus propios capitanes y marineros, a otro Piloto, con menos edad y más vigor que él, para que éste pudiera hacerle frente a este infernal sunami moral y delictivo abatido sobre la Iglesia católica.¡No podemos cerrar los ojos a la realidad!
Debemos admitir esta tremenda tragedia, pero haciendo esta importante aclaración:


Cada delincuente, cada pecador, debe hacerse cargo de su propio delito o pecado, ser imputado, y sufrir la condena que le corresponde según las leyes humanas y divinas. 
¡No estamos todos en la misma bolsa!
Estos miles de delincuentes, ya sean  infiltrados en la Iglesia, o sacerdotes incapaces de mantener la observancia de sus votos y de una vida ejemplar, como la que corresponde a todo Pastor de almas, no constituyen, ellos solos, toda la Iglesia,

Porque todos somos Iglesia, desde el Papa hasta el último niño recién bautizado.
Y  somos más de mil millones de católicos, de los cuales la inmensa mayoría no andamos metidos en estas fechorías.


Concluyo, entonces, haciendo esta propuesta:

Que unamos ahora, espiritualmente, nuestros corazones, y formemos un gigantesco coro, para cantar un himno de gratitud al Papa que se despide de nosotros, abatido por el dolor, pero sereno, como Cristo en la Cruz, y digámosle:


¡GRACIAS, BENEDICTO, POR TODO CUANTO HAS HECHO EN BIEN DE LA IGLESIA, INCLUYENDO TU DOLOROSA RENUNCIA!
 

¡TE SEGUIREMOS ACOMPAÑANDO CON NUESTRAS PLEGARIAS, ROGANDO AL ALTÍSIMO TE COLME DE INFINITAS BENDICIONES!
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Queridos amigos:

Quiero dedicar este artículo al Papa que se despide del Pontificado, para retirarse a la soledad de la clausura conventual, desde donde seguirá acompañando a su Iglesia, con el vigor de sus santas oraciones.

Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva

Cel. 0985 24 26 01

EN EL PRÓXIMO ARTÍCULO ME EXPLAYARÉ SOBRE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y SOBRE LAS MONJAS DISIDENTES EN LOS EEUU CAPITANEADAS POR MARGARET FARLEY.




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