Queridos amigos y lectores:
Comentarios como los que van más abajo, se produjeron por millares en la prensa mundial, después de haber aparecido el libro de Benedicto XVI "La Infancia de Jesús".
Nos dejan dolidos como cristianos, porque el Misterio más grande del Universo, que es la Encarnación del Verbo, pasa a trivializarse en la opinión pública como si se tratara de un chisme de farándula.
Se abrió otra puerta a las burlas y a la banalización de lo sublime
Personalmente creo que esto pudiera haberse evitado, obviando comentar hechos históricos verídicos pero irrelevantes, cuyo comentario puede generar tensiones innecesarias, como algunos de los tratados en la citada obra.
En efecto: ¿Qué añade, o qué quita a nuestra Fe cristiana, el hecho de la presencia o no del asno, del buey, y de los ángeles en el pesebre, o el que Jesús haya nacido no en Belén sino en Nazaret, y que su nacimiento se produjo no bajo el reinado de Augusto, sino el de Tiberio?
No añade ni quita nada. Realmente nada.
Pero eso sí: la difusión de esos datos estampados en el citado libro, propició toda clase de burlas y ofensas en los medios y en los comentaristas, como las que copio al final de este comentario.
¡Una tradición tan tierna y llena de inocencia, tal como lo es, para los niños, la del seis de enero con los regalitos de los Reyes Magos, fue objeto de un análisis histórico de corte académico, como si se tratara de un debate entre alumnos de teología en una Universidad!
Las comentadas precisiones históricas que hizo Ratzinger, no siendo aún Papa sino Cardenal, trajeron desilusión, y no alegría.
Aquello fue como decirles a los niños, ilusionados con recibir juguetes del día de Reyes, que los Reyes Magos no existen. ¿Para qué?
Algunos se echan a llorar cuando se les cuenta tan estricta verdad.
Tal vez su fantasía infantil y su espiritualidad hubieran tenido mejor alimento mediante la creencia en la magia de esa noche encantadora, llena de misteriosa espectativa por la venida de los Magos, que con la desnuda verdad académica, transmitida por uno de sus padres.
Flaco favor se estaría haciendo al desarrollo psicológico del niño.
En nuestros días los pesebres van desapareciendo drásticamente.
Son contadas las familias que aún los siguen poniendo.
Algunos "belenes" vienen ya hechos, y se compran en el supermercado, y se los coloca en algún sitio de la casa en contados minutos.
En esos hogares nadie vivió los preparativos de cada uno de los elementos que integran el pesebre, ni participó del trabajo que insume el montar esas pequeñas obras de arte sagrado: la gruta, de papel pintado, o de piedras, la Sagrada Familia, los pastores, "el burrito, la vaquita, la ovejita, el picaflor" , como dice uno de nuestros cantos navideños, el cometa, y los ángeles ingeniosamente distribuidos de la manera más original y creativa, las luces, y algún otro adorno folklórico, como el caavoveí, la flor de coco y las frutas, piñas, melones, uvas y sandías, en el Paraguay.
"Qué lindo que está el pesebre, mirána un poco el yvú (manantial): y en sus orillas cantando, su tristeza un cururú (sapo)." Cuánta emoción en este, que es uno de nuestros cantos navideños.
Los pesebres están siendo secuestrados por obesos Noeles de plástico, y variados otros adornos foráneos, con nieve incluída, y una parafernalia de iluminación de todo tipo, a cual más costosa, para adornar la casa y mostrar el poderío económico de sus habitantes, todo lo cual en nada se relaciona con la celebración de tan sagrada e íntima Festividad cristiana.
El Paganismo invade. Y nadie parece interesado en detener su avance.
Me hubiera gustado mucho más leer alguna reflexión del Papa acerca de la importancia del Pesebre en cada familia, en cuya elaboración participen varios de sus miembros, incluyendo los niños, que referirse al mismo en términos que no ayudan a fomentar tan emotiva y bella tradición.
Me hubiera gustado también alguna reflexión acerca del triste fenómeno del paganismo, que está secuestrándonos el Pesebre y los preparativos familiares esta grandiosa Festividad cristiana, hoy aprovechada para la venta de tantos adornos insignificantes y carísimos, de comidas y bebidas propias de cualquier celebración mundana, rutinaria y sin alma, con karaoke incluído.
Me dicen que el libro del Papa ya estaba escrito. Es cierto, y lo escribió cuando él aún no era Papa. Así lo confirma esta noticia aparecida en un medio de prensa europeo:
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CIUDAD DEL VATICANO — El Vaticano presentó este martes -20 de noviembre de 2012- el tercer y último libro del papa Benedicto XVI dedicado a la infancia de Jesús de Nazaret, con el que culmina un extenso análisis sobre la figura central del cristianismo y "dialoga" con las narraciones de Mateo y Lucas.
El libro, con el título 'La infancia de Jesús', de 147 páginas, traducido a nueve idiomas y que será distribuido en 50 países, es el fruto de nueve años de trabajo y fue iniciado cuando el Papa era aún el cardenal Joseph Ratzinger, entonces prefecto para la Doctrina de la Fe, y uno de los teólogos más prominentes de la Iglesia católica.
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A juzgar por las reacciones contrarias al mismo, generadas en la sociedad y en los medios, yo opino que dicho libro no es "apto para todo público". Menos aún para ciertos medios ávidos de cazar noticias para desprestigiar a la Iglesia.
Podría analizarse y estudiarse su contenido, en ámbitos de estudiosos o de teólogos.
Hay ciertos temas que se tratan en secreto, como los que tratan el papá y la mamá en una familia, o los jefes de Estado en las distintas Naciones, incluído el Vaticano.
Pienso que temas como este son válidos solo para ambientes académicos, tales como los que se tratan en la Universidad de Princeton en el área de Teología.
Les acerco ahora algunos enlaces tomados de Internet, para fundamentar aún más mis opiniones sobre tan delicado tema. Los mismos son sólo una gotita en medio de un lago de comentarios.
Pero, para los que quieran constatar que no es tan simple este problema, les invito a poner en Google: "buey y asno en el pesebre de Jesús", y tendrán muchísimas otras opiniones.
"Si el río suena, es porque piedras lleva".
No me animo a opinar acerca de la naturaleza de esas piedras.
Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.
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¿Tocó sacar al burro del pesebre?
www.elcomercio.com/.../______________________________
El buey y el asno, ¿fuera del Nacimiento?
“El Papa elimina el buey y el asno”, “El buey y el asno, en paro”, “Benedicto XVI rediseña el nacimiento”.
Con estos titulares diversos medios de comunicación, en especial del área hispanoparlante, llamaron la atención de sus lectores sobre uno de los pasajes del más reciente libro de Joseph Ratzinger, “La infancia de Jesús”. Y, como era de esperarse, recibieron una veloz y flagrante condena de parte de la prensa católica, que los acusó de frívolos y superficiales. ¿Resultado? El texto del pontífice se venderá más. Seguramente.
Pero más allá de esas paradojas propias del mercado publicitario, la polémica tiene dos aspectos que vale la pena analizar: uno eminentemente periodístico y el otro religioso. El primero tiene que ver con la necesidad de la prensa de captar el interés de la opinión pública.
Leyendo el libro se puede comprobar que el mismo “no dice nada nuevo”, en realidad reafirma muchos conceptos ya expresados por el Papa en sus homilías navideñas de los últimos años.
Salvo la corrección a San Agustín (reportada en este espacio) y varias argumentadas críticas a los teólogos actuales, no existe más material novedoso. Ni siquiera cuando se refiere a la virginidad de María, un tema que fue retomado aquí por su pertinencia en un debate teológico actual y no tanto por su interés noticioso. En realidad el volumen importa en su conjunto, ofrece una visión panorámica útil y profunda sobre un personaje clave: Cristo.
En este contexto Benedicto XVI tampoco dijo nada nuevo sobre el buey y el asno, sólo se limitó a constatar lo que dicen los Evangelios sobre el particular: el niño fue acostado en un pesebre. Punto. ¿Cómo pudo entonces captar los titulares esta afirmación, que cualquier católico debería saber, al menos de tanto escuchar -año con año- las lecturas navideñas? Avanzo aquí una hipótesis que vincula los dos aspectos mencionados (el periodístico y el religioso): la ignorancia. Ignorancia de los comunicadores e ignorancia de los lectores (muchos de ellos católicos).
Si a este “cóctel” le agregamos que la afirmación (el mismo Papa la califica en su libro como una “una pequeña divagación”) parece poner en duda un lugar común, a saber la presencia de los animales en millones de pesebres del mundo, queda reafirmada la sensación de que estamos ante una peculiar noticia. Cosa totalmente falsa.
Sobre todo porque Benedicto XVI nunca pretendió ni rediseñar el nacimiento, ni eliminar nada. ¿Cómo se puede afirmar esto? Porque el mismo pontífice lo aclara, directamente, al final del mentado pasaje y el cual se puede leer en las páginas 76 y 77 del libro. Sus palabras son elocuentes: “Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”.
Antes de escribir esa frase, con la cual cerró su divagación, Ratzinger explicó el sentido teológico de las dos figuras. Porque no se trata de animales cualquiera. Representan a la humanidad, compuesta por los judíos y los gentiles. Al mundo entero, “desprovisto de entendimiento”, hincado a los pies del niño Jesús. Todo indica que el Papa no se equivocó al reportar esta interpretación ya que, también en nuestros días, la humanidad parece estar dignamente representada por estas dos bestias. Inclusive, claro está, parte de la categoría periodística a la cual pertenecemos.
Aclarado el punto y con el afán de fidelidad al pensamiento del autor, compartimos aquí los “controvertidos” párrafos de la “Infancia de Jesús” sobre el buey y el asno. Es necesario leerlos completos, para no caer presas de la confusión. Mientras tanto aquí nos exponemos, y con gusto, a las represalias de los editores.
“El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna remitiéndose a Isaías 1, 3: ‘El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende’.
“Peter Sthurlmacher hace notar que probablemente también tuvo un cierto influjo la versión griega de Habacuc 3,2: ‘En medio de dos seres vivientes… serás conocido; cuando haya llegado el tiempo aparecerás’ (p. 52). Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo, indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para ‘el buey y el asno’, para la humanidad compuesta por judíos y gentiles.
“En la singular conexión entre Isaías, Habacuc, Éxodo y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como la representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”.
Con estos titulares diversos medios de comunicación, en especial del área hispanoparlante, llamaron la atención de sus lectores sobre uno de los pasajes del más reciente libro de Joseph Ratzinger, “La infancia de Jesús”. Y, como era de esperarse, recibieron una veloz y flagrante condena de parte de la prensa católica, que los acusó de frívolos y superficiales. ¿Resultado? El texto del pontífice se venderá más. Seguramente.
Pero más allá de esas paradojas propias del mercado publicitario, la polémica tiene dos aspectos que vale la pena analizar: uno eminentemente periodístico y el otro religioso. El primero tiene que ver con la necesidad de la prensa de captar el interés de la opinión pública.
Leyendo el libro se puede comprobar que el mismo “no dice nada nuevo”, en realidad reafirma muchos conceptos ya expresados por el Papa en sus homilías navideñas de los últimos años.
Salvo la corrección a San Agustín (reportada en este espacio) y varias argumentadas críticas a los teólogos actuales, no existe más material novedoso. Ni siquiera cuando se refiere a la virginidad de María, un tema que fue retomado aquí por su pertinencia en un debate teológico actual y no tanto por su interés noticioso. En realidad el volumen importa en su conjunto, ofrece una visión panorámica útil y profunda sobre un personaje clave: Cristo.
En este contexto Benedicto XVI tampoco dijo nada nuevo sobre el buey y el asno, sólo se limitó a constatar lo que dicen los Evangelios sobre el particular: el niño fue acostado en un pesebre. Punto. ¿Cómo pudo entonces captar los titulares esta afirmación, que cualquier católico debería saber, al menos de tanto escuchar -año con año- las lecturas navideñas? Avanzo aquí una hipótesis que vincula los dos aspectos mencionados (el periodístico y el religioso): la ignorancia. Ignorancia de los comunicadores e ignorancia de los lectores (muchos de ellos católicos).
Si a este “cóctel” le agregamos que la afirmación (el mismo Papa la califica en su libro como una “una pequeña divagación”) parece poner en duda un lugar común, a saber la presencia de los animales en millones de pesebres del mundo, queda reafirmada la sensación de que estamos ante una peculiar noticia. Cosa totalmente falsa.
Sobre todo porque Benedicto XVI nunca pretendió ni rediseñar el nacimiento, ni eliminar nada. ¿Cómo se puede afirmar esto? Porque el mismo pontífice lo aclara, directamente, al final del mentado pasaje y el cual se puede leer en las páginas 76 y 77 del libro. Sus palabras son elocuentes: “Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”.
Antes de escribir esa frase, con la cual cerró su divagación, Ratzinger explicó el sentido teológico de las dos figuras. Porque no se trata de animales cualquiera. Representan a la humanidad, compuesta por los judíos y los gentiles. Al mundo entero, “desprovisto de entendimiento”, hincado a los pies del niño Jesús. Todo indica que el Papa no se equivocó al reportar esta interpretación ya que, también en nuestros días, la humanidad parece estar dignamente representada por estas dos bestias. Inclusive, claro está, parte de la categoría periodística a la cual pertenecemos.
Aclarado el punto y con el afán de fidelidad al pensamiento del autor, compartimos aquí los “controvertidos” párrafos de la “Infancia de Jesús” sobre el buey y el asno. Es necesario leerlos completos, para no caer presas de la confusión. Mientras tanto aquí nos exponemos, y con gusto, a las represalias de los editores.
“El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna remitiéndose a Isaías 1, 3: ‘El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende’.
“Peter Sthurlmacher hace notar que probablemente también tuvo un cierto influjo la versión griega de Habacuc 3,2: ‘En medio de dos seres vivientes… serás conocido; cuando haya llegado el tiempo aparecerás’ (p. 52). Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo, indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para ‘el buey y el asno’, para la humanidad compuesta por judíos y gentiles.
“En la singular conexión entre Isaías, Habacuc, Éxodo y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como la representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”.
Comentario de @_PerezFabian
Tan tan!
Ese era todo el arguende, y leer todo tipo de burlas en los comentarios de los lectores al pie de las notas periodisticas.
Me ha encantado como les haz puesto debajo de la piel del buey y el asno, bien que les ha quedado el traje. jajaja.
Yo espero tener el libro en mis manos y dejarme de prejuicios. No quiero que luego se use mi cara pra ponerla en el pesebre. jejeje
Ese era todo el arguende, y leer todo tipo de burlas en los comentarios de los lectores al pie de las notas periodisticas.
Me ha encantado como les haz puesto debajo de la piel del buey y el asno, bien que les ha quedado el traje. jajaja.
Yo espero tener el libro en mis manos y dejarme de prejuicios. No quiero que luego se use mi cara pra ponerla en el pesebre. jejeje
22/11/12 8:00 PM
Comentario de vicente
Señor, quisiera ser como el asno que está a tu lado en Belén.
22/11/12 8:27 PM
Comentario de Luis Fernando
Dices:
Ignorancia de los comunicadores e ignorancia de los lectores.
Es más grave el caso de los primeros. No tienen ni un ápice de dignidad profesional. Y en este país llamado España -no sé en los demás- el nivel de conocimiento de la realidad religiosa que demuestran los principales medios de comunicación generalista es patético, vergonzoso y digno del mayor de los desprecios.
Respecto a los creyentes que se escandalicen porque el Papa recuerde que en los evangélios no aparecen el buey y el asno, que se lo hagan mirar. De hecho, aunque no he leído el libro, no creo que el Papa descarte absolutamente que pudiera haber algún animal cerca del pesebre. Pero es es una nimiedad comparado con el hecho de que en Belén nos nació el Salvador.
Ignorancia de los comunicadores e ignorancia de los lectores.
Es más grave el caso de los primeros. No tienen ni un ápice de dignidad profesional. Y en este país llamado España -no sé en los demás- el nivel de conocimiento de la realidad religiosa que demuestran los principales medios de comunicación generalista es patético, vergonzoso y digno del mayor de los desprecios.
Respecto a los creyentes que se escandalicen porque el Papa recuerde que en los evangélios no aparecen el buey y el asno, que se lo hagan mirar. De hecho, aunque no he leído el libro, no creo que el Papa descarte absolutamente que pudiera haber algún animal cerca del pesebre. Pero es es una nimiedad comparado con el hecho de que en Belén nos nació el Salvador.
22/11/12 8:31 PM
Comentario de Chimo Vice
Andrés, la ignorancia atrevida es la de los medios de ocmunicación
secularizados - paganos - y sus fervientes lectores: El MUNDO, EL PAIS,
RTVE,.. en España, que son los que sueltan esas estupideces
La inteligencia y la sensatez la están poniendo una vez más los medios de inspiración católica.
La inteligencia y la sensatez la están poniendo una vez más los medios de inspiración católica.
22/11/12 8:46 PM
Comentario de jesus alberto rey galván
Hola, quisiera saber si realmente habian buey y asno en ese lugar, en
el pesebre, porque en mi opinión lo más probable es que no hubiera buey
por que el establo tal vez estaba vacio, ya que nadie dejaria hospedarse
a unas personas en un pesebre con animales, teniendo el riesgo de que
aquellos hospedados se los robaran, en cuanto al asno creo que José
tenia que llevarlo tal vez para llevar sus pertenencias (las que llevaba
para ese viaje). pero si quisiera que me ayudaran a resolver ese
intorrogante, si es posible.
22/11/12 11:06 PM
Comentario de santodomingo
“Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”.
El Santo Padre se contradice a sí mismo. Si no recuerdo mal, en el Nacimiento del propio Vaticano en 2005, en la Plaza de San Pedro, no estuvieron ni la mula ni el buey. Además, Benedicto XVI tuvo la extravagante idea de trasladar el "belén" a Nazaret.
Pero, por supuesto, todo eso es MUY tradicional, y no ha cambiado nada.
El Santo Padre se contradice a sí mismo. Si no recuerdo mal, en el Nacimiento del propio Vaticano en 2005, en la Plaza de San Pedro, no estuvieron ni la mula ni el buey. Además, Benedicto XVI tuvo la extravagante idea de trasladar el "belén" a Nazaret.
Pero, por supuesto, todo eso es MUY tradicional, y no ha cambiado nada.
23/11/12 10:55 AM
Comentario de Chimo Vice
Santodomingo, controla tus arrebatos, no dices más que sinsentidos.
Jesús alberto, aunque no sea relevante para la historia de la Salvación que en la gruta de Belén hubieran dos animales en el instante del Nacimiento, por eso los Evangelios no dicen nada, hay una base escriturística en la profecía de Is (1, 3). Pero aparte de ello no tiene nada de extraño que sí estuvieran ese buey y esa mula. Los pastores, algunos de ellos nómadas, que hacían noche fuera de la ciudad, es normal que se hospedaran en esas grutas junto con sus animales.
Jesús alberto, aunque no sea relevante para la historia de la Salvación que en la gruta de Belén hubieran dos animales en el instante del Nacimiento, por eso los Evangelios no dicen nada, hay una base escriturística en la profecía de Is (1, 3). Pero aparte de ello no tiene nada de extraño que sí estuvieran ese buey y esa mula. Los pastores, algunos de ellos nómadas, que hacían noche fuera de la ciudad, es normal que se hospedaran en esas grutas junto con sus animales.
23/11/12 12:54 PM
Si hubo un asno y un buey o no, eso no es lo importante, sino lo que
Benedicto XVI escribe de Jesús y María, lo demás es tradición que nos
viene desde la época de San Francisco de Asís. En lo personal, seguiré
con la tradición, puesto que me agrada y no va en contra de la doctrina.
23/11/12 4:08 PM
Comentario de Gregory
Es bueno que lean el libro y vean que su contenido supera plenamente el minusculo asunto del Asno y el buey.
23/11/12 5:04 PM
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