Queridos amigos y lectores:
¿EXISTIÓ O NO EL PESEBRE DE JESÚS?
No han sido pocas las personas que, por alguno de los medios, me han pedido mi opinión con respecto al libro recientemente publicado, de Benedicto XVI: "La Infancia de Jesús".
Es una obra de más de un centenar de páginas, donde el Papa toca temas muy profundos acerca de Cristo, pero que, lamentablemente, ha despertado muy fuertes protestas en los más diversos ambientes.
Las quejas más escuchadas se refieren a la novedad ahí sostenida acerca de las circunstancias que rodearon el Nacimiento de Jesús: que no tuvo lugar en una gruta; que tampoco el buey y el asno estuvieron a su lado porque no nació en un pesebre, que dicho nacimiento tampoco ocurrió en tiempos del emperador Augusto, sino de Tiberio, y otros detalles más que, en numerosas personas, tuvieron el efecto de un potente rayo en un cielo sin nubes
¡Durante tantos siglos la cristiandad puso el Pesebre, representando el Nacimiento de Jesús con las figuras tradicionales, y ahora resulta que mucho de eso no existió!
Quiero añadir, de paso, que la manera de hacer un pesebre, es decir, la representación de tan grande Misterio de un Dios hecho Hombre, por amor al género humano, fue una creación artística de nada menos que San Francisco de Asis, en el siglo XIII.
Esta Primera Navidad, es decir, el Nacimiento de Jesús, se encuentra relatado en el evangelio de Lucas, Cap. 2, versículos 2 al 14, donde, tomando solo algunas de sus frases alusivas al tema, leemos:
"En esos días salió un edicto de César Augusto que ordenaba hacer un censo en todo el imperio.
Todos iban a inscribirse en sus respectivas ciudades. También José, como era descendiente de David, salió de la ciudad de Nazaret de Galilea y subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Cuando estaban en Belén, le llegó el día en que debía tener su hijo. Y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
En la región había pastores que velaban sobre su rebaño. Se les presentó un ángel del Señor, y les dijo: "No temáis, os anuncio una gran alegría. Os ha nacido hoy un salvador. Esto tendréis por señal: encontraréis al Niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebre".
Como vemos, en el Evangelio se habla del emperador Augusto, del pesebre o batea donde comen los animales, de pastores, de ángeles, y otros detalles que, según el libro "La Infancia de Jesús", no existieron.
Y entonces surgieron muchas opiniones al respecto, que podríamos sintetizar en siete posturas:
1. "¿Qué importan esos detalles secundarios, si lo importante es el Dios Niño, el Verbo hecho carne?"
2. "Lo que dice el Papa es su opinión, y él puede estar equivocado".
3. "Yo seguiré creyendo como me enseñaron en la infancia".
4. "Yo seguiré póniendo la gruta y los animales".
5. "Habiendo temas mucho más importantes, ¿por qué el Papa habla de esto justamente ahora?"
6. "¿Ayuda a fomentar el vigor de nuestra Fe el creer en las innovaciones que pone el Papa en su libro?"
7. Los ateos y racionalistas celebraron esto como un festín. Dicen de los cristianos: "Les hacen creer en cosas que después les dicen que no son ciertas, como lo del infierno, el purgatorio, y ahora lo del burro y el buey. No tienen un pensamiento estable".
No pretendo escaparme por la tangente limitándome a citar solamente lo que se escucha en los distintos círculos y medios de difusión, y no dar yo mi opinión personal.
No voy a evadir esta responsabilidad.
Por eso lo digo, de entrada y sin rodeos, que yo admito las seis primeras opiniones recién citadas, y las sostengo con argumentos que los daré enseguida.
No comparto la séptima, porque la teología, como cualquier otra ciencia, va evolucioando mediante investigaciones constantes, y no se queda inmóvil en afirmaciones del pasado, salvo en algunas que constituyen la esencia del Mensaje cristiano.
De este tema hablo de manera muy extensa en mi libro "Lo que no dice la Biblia".
No comparto, además, el estilo del "lobby" racionalista.
Sus integrantes acuden a insultos, ofensas y frases chabacanas y agresivas, sin ceñirse al estilo del debate respetuoso y mesurado, donde priman los argumentos y las razones, lo cual es propio de la Ciencia que ellos tanto invocan.
Lo menos racional de ciertos racionalistas es acudir a los insultos (¡siempre los mismos!), en lugar de brindar las razones que deben arrimar, como lo dice el propio nombre de "racionalistas" con el cual ellos se identifican..
Y voy a decir por qué hago mías las seis primeras opiniones expuestas más arriba.
Me referiré, especialmente a la quinta, a la sexta y, sobre todo, a la segunda:
Compato la quinta porque es muy cierto que existen temas importantísmos y muy candentes en el mundo actual, como las guerras infernales, el hambre espantosa en tantísimas regiones, los ataques injustos, mentirosos y despiadados, contra la Iglesia, la despenalización del aborto, el suicidio asistido, la eutanasia, la ideología de género promovida muy especialmente por los homosexuales violentos, etc., que esperan alguna acción y atención más urgente por parte de la Iglesia, que lo de la gruta, los animales y detalles, que rodearon o no el nacimiento de Jesús.
En relación a la sexta: yo tampoco creo que dichas "innovaciones" relativas "la Infancia de Jesús", de naturaleza puramente histórica, contribuyan a incrementar la Fe, porque nuestra Fe se funda en la Palabra de Cristo, y no en datos históricos discutibles.
Con respecto a la segunda: Es cierto que el Papa puede equivocarse, y que sus opiniones se suman a las de los demás teólogos e investigadores, sin que deban tener mayor peso por provenir del Papa.
Les acerco, refiriéndome a tan delicado tema, las siguientes reflexiones:
En el libro "Luz del Mundo", que recoge muchas horas de entrevista de Benedicto XVI con el periodista y escritor Peter Seewald, el mismo Papa sostiene enfáticamente que el Papa puede equivocarse.
De un medio católico extraje las siguientes líneas:
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