sábado, 10 de junio de 2017

¡ADIÓS, QUERIDO PAPÁ! ¡GRACIAS POR HABERME AMADO TANTO!



Queridos amigos y lectores:

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LA CÁLIDA PRESENCIA DEL PADRE: UN DON QUE NO TIENE PRECIO


Se acerca el Día del padre. 


--- ¿En cuántos hogares los hijos le darán un emotivo abrazo vibrante, porque lo aman de verdad? 
--- ¿En cuántos hogares no lo recordarán siquiera, porque él se apartó hace tiempo de ese nido, y tiene ahora otros intereses ajenos al de dar su amor a sus hijos?
--- ¿En cuántos hogares, este será el último Día del Padre, y los hijos, que ya lo saben, le dirán, en el secreto de sus corazones, "¡Adiós, querido papá! ¡Gracias por haberme amado tanto!"?

Solo Dios conoce las respuestas, y los motivos de esas preguntas.


No es un día como el de tantos otros, cuyo valor no reviste la trascendencia que tiene el padre.
  • Al camino, se lo puede ir haciendo al andar; o se lo puede ir abriendo con máquinas; 
  • al árbol, se lo puede plantar; 
  • al amigo, se lo puede encontrar, o reemplazar... 
Y hay "celebraciones" casi reideras, que no tienen importancia alguna en el mundo de los valores humanos, a las cuales, sin embargo, se les asignó una fecha, como: el día del gato, del beso robado, del filatelista, de los museos, del sushi, del turismo... y otros que ustedes estarán recordando ahora, cuya eliminación del calendario no afectará en modo alguno nuestras vidas, o nuestra escala de valores. Pueden pasar desapercibidos.

Pero el padre, 
  • o marca presencia en el hogar, 
  • o, simplemente, no existe. 
Un padre no se puede encontrar, como se encuentra un amigo, ni puede uno hacerlo, como se hace un camino.
Un padre cuya vida transcurre siempre fuera del hogar, al cual viene trayendo solo su aporte material, pero no la riqueza más grande que él puede dar, que es el amor a los hijos, es un padre ausente, aunque viva en esa casa, y aunque en ella no falte ninguna comodidad. ¡Falta el amor!

Sin embargo, de su presencia o de su ausencia en el hogar dependen, respectivamente, el desarrollo o la atrofia de muchos rasgos de la personalidad del hijo. La presencia del padre en el hogar enriquece psicológica y espiritualmente a los hijos. 
su ausencia deja heridas abiertas y sangrantes, algunas de las cuales no cicatrizarán jamás.

El Consultorio del Psicólogo se  convierte, no pocas veces, en el paño de lágrimas de tantos adultos, que aún siguen llorando, de pena o de rabia, la ausencia del padre. 
Hay muchos casos de estos, en los cuales "la gloriosa mujer paraguaya" se ha visto en la necesidad de hacer el doble rol: ser ella la madre y el padre, a la vez. Dar el cariño y la ternura de una madre; pero también las normas, la firmeza en la exigencia de su cumplimiento, y la seguridad, que son roles inherentes al padre. 

Son muchos, tal vez demasiados, los hogares que están de luto a causa de la ausencia del padre.

Rafael Barret, es un escritor español del siglo pasado, radicado en Paraguay desde su juventud, e identificado con la dura realidad de nuestro Pueblo. Describió magistralmente numerosas escenas de este drama social y político: escenas de las cuales él participó, como protagonista, o como agudo observador. En sus inmortales obras nos habla, con la intensidad de un hombre comprometido con la patria que le ha dado albergue, y con el Pueblo paraguayo cuyo dolor comparte, del sufrimiento de sus habitantes con los cuales se identificó plenamente.
Su libro "El dolor paraguayo", refleja esta verdad tan amarga. En el capítulo "Hogares heridos", dice: 


"El hogar paraguayo es una ruina que sangra: es un hogar sin padre. La guerra se llevó a los padres y no los ha devuelto aún. Han quedado los machos errantes... Toman la hembra, engendran, con la vida, el dolor, y pasan. 
Detrás, en los ranchos miserables, hay concubinas o viudas, que trabajan la tierra con sus huérfanos hijos a ellas abrazados en triste racimo. Jamás un aborto voluntario, jamás un infanticidio. 
¡Madres dolorosas, madres despojadas de toda vanidad y honor, de toda alegría. Madres de niños taciturnos, sombrías sembradoras del porvenir, solo en vosotras está la esperanza; solo vosotras, sobre vuestros inclinados y doloridos hombros,  sostenéis vuestro país. Pero una madre no hace un hogar todavía".

Este fue el retrato histórico que tuvo presente el Papa Francisco, según lo manifestó él mismo, cuando expresó aquella tan certera como inolvidable sentencia: 

"La mujer paraguaya es la más gloriosa de América": la que decidió tener el hijo, asfixiada en la vorágine de la posguerra. Y así  "salvó la patria, la cultura y la Fe".

VIDEO:

"Pero una madre no hace un hogar todavía". Es necesario el padre. 

Pero un padre que se comporte como tal, no un "padre ausente", sin comunicación afectiva con el hijo, al cual no le abraza, no le besa, no le dice un "te quiero". 
Es por eso que en la Psicología familiar, se habla de "La cálida presencia del padre". 
Un padre que da vida y calor a ese hogar, con sus palabras y su ejemplo.

Después de haber leído la tan triste como verídica descripción que hace Barret, de los heridos hogares paraguayos de posguerra, verdaderas "ruinas que sangran", nos preguntamos si ¿cuántos hogares paraguayos cuentan hoy con el tesoro de un padre? 

Barret nos cuenta que "la guerra se llevó a los padres, y no los ha devuelto aún". ¡Pero la guerra terminó hace 150 años!

Hoy existen otros "motivos" ya no la guerra, que se llevan a los padres: los amigos, el alcohol, los placeres del sexo... y esas situaciones ¡tampoco han devuelto a los padres!

¡Que maravilloso es el hogar que cuenta con un padre de verdad! Un hogar donde el esposo respeta la dignidad de la esposa, le es fiel, la trata con ternura, trabajando junto a ella en la hermosa tarea de ir educando y alimentando a sus hijos, con el pan material y el alimento del buen ejemplo, para dotarles de todos los valores necesarios con los cuales podrán hacer frente con holgura a los vaivenes de la vida, cuando el padre ya no esté. 

Un padre que regresa al hogar, después de haber sobrevivido a la guerra, es el mejor regalo que la vida pueda darle a un hijo. "No hay un moño suficientemente grande para envolver la alegría". 

Y aunque el padre regrese de "otras guerras", ese retorno tendrá siempre indescriptibles resplandores de alegría. Ese hogar será siempre un pedazo de cielo en la tierra. 
¡Qué hermoso es tener  esa clase de padre!

Ese es la felicidad fulgurante del cielo que viven, en los EE.UU. y Europa, los afortunados hijos ¡cuyos padres  han vuelto de la guerra!, y en el momento menos pensado, se encuentran con sus hijos, frente a frente. 

En homenaje a esos padres, cuya condecoración más fúlgida es el amor indeclinable y recíproco con sus hijos, con quienes la vida les ha permitido reencontrarse, terminada la guerra, puse el siguiente VIDEO:

No todos lo celebrarán, ciertamente. Pero todos, como hijos o como padres, podemos reflexionar acerca de la importancia del padre en el hogar, y de la dicha de haber tenido o de tener un padre de verdad.

Como una ayuda para reflexionar más profundamente sobre este tema tan importante, les transcribo aquí algunas frases muy significativas, que encontré en www.RenuevoDePlenitud.com, y que merecerían ser copiadas en un poster cada una:

“El mejor regalo que he recibido, fue uno que me dio mi papá en una cajita pequeña. Adentro tenía una nota que decía: "Hijo, este año quiero regalarte 365 horas. Una hora cada día, después de la cena, será tuya. Hablaremos de lo que tú quieras, iremos adonde tú quieras y jugaremos a lo que tú quieras. ¡Esa hora será toda tuya!" Mi papá no solo cumplió su promesa, sino que la renovó cada año y ha sido el regalo más grande que he recibido en mi vida. Yo soy el resultado de su tiempo.”

A veces el hombre más pobre deja a sus hijos la herencia más rica. --Ruth E. Renkel

Sé amable con tu padre, pues cuando eras niño, ¿quién era como él para amarte y entretenerte? El escuchó tus primeros balbuceos y se unió a ti en tu gozo inocente. -- Margaret Courtney

Cuando nací, mi padre era un ser que siempre  aparecía para aplaudir mis últimos logros. Cuando me iba haciendo mayor, era una figura que me enseñaba la diferencia entre el mal y el bien. Durante mi adolescencia era la autoridad que ponía límites a mis deseos. 

Ahora que soy adulta, es el mejor consejero y amigo que tengo. He vivido una vida repleta de problemas, pero no son nada comparando con los problemas que mi padre tuvo que afrontar para convertirme en lo que soy ahora. --Bartrand Hubbard

Soy soldado por profesión y me enorgullezco de ello. Pero estoy muchísimo más orgulloso de ser padre. Un soldado tiene que destruir para poder construir. Un padre solo construye, nunca destruye. El uno tiene más posibilidad de la muerte; el otro incorpora la creación y la vida. Y aunque los batallones de ‘muerte’ son poderosos, los batallones de ‘vida’ son aun más. Es mi esperanza que cuando haya dejado este mundo, mi hijo me recuerde, no por las victorias en el campo de batalla, sino por los momentos compartidos en nuestro hogar repitiendo juntos: “Padre nuestro que estás en los cielos. -- General Douglas MacArthur



Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva

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