domingo, 3 de julio de 2022

¡SI AQUELLOS TIEMPOS VOLVIERAN!

 

¡Si aquellos tiempos volvieran!

Archivo del investigador norteamericano Allen Morrison.

Queridos amigos y lectores: 

El tiempo, de manera implacable, lo va borrando todo. Aparecen nuevos eventos, acontecimientos deslumbrantes, que muy pronto irán quedando también en el recuerdo, o en el olvido.

Siento nostalgia de muchas cosas del pasado. No por aquello de que "cualquier tiempo pasado fue mejor", sino porque el pasado que me tocó vivir y disfrutar en mi niñez, mi adolescencia y juventud, en este querido suelo paraguayo, estaba salpicado de vivencias tan hermosas y hondamente emotivas, que las sigo guardando en el corazón. Son ya sólo íntimos recuerdos, porque han dejado de existir, ¡y tanto los añoramos en estos días que hoy nos toca vivir, o sufrir.

Las alegres mañanitas, nuestras hermosas calles asuncenas "perfumadas de azahares y jazmines", nuestros atardeceres pintorescos, y nuestras noches con un firmamento puro y limpio, tachonado de estrellas que, por su brillo parecían más cercanas; y la tranquilidad de nuestro caminar por nuestras veredas, a cualquier hora de la noche, sin peligro alguno, viendo casas con ventanas abiertas, y hasta sillas y algún triciclo dejado afuera, sin que nadie los tocara.

El amor a la patria se aprendía en los hogares y en las escuelas. El canto del himno era frecuente y lucían en los pechos las escarapelas cuando celebrábamos las fiestas patrias, porque sentíamos el orgullo de tener antepasados excombatientes, y héroes de las dos guerras.

El respeto a los padres y maestros era tan natural como uno de los mejores hábitos cultivados y practicados en todo momento.

En los templos se podían apreciar feligreses orando o cantando con tanta fe y devoción, cuya postura nos invitaba a imitarlos.

Las reuniones sociales y los cumpleaños eran momentos de mucho cariño y alegría compartida... 
¡Y otras muchas cosas tan lindas que hoy no existen ya!

Recuerdo ahora una canción chilena referente a la vida en su ciudad capital, que dice: "Santiago del 900, ¡este siglo te hizo mal!"

Néstor Romero Valdovinos, amigo y compañero de trabajo de don Mario Halley Mora, escribió la hermosa poesía "Tardes asuncenas", con música de Teófilo Noguera, inspirada en la misma nostalgia generada por la ausencia de realidades tan hermosas del pasado, y hoy ausentes. 
No resisto la tentación de copiarla aquí:

Evoco en la distancia tu luz de atardeceres
el mágico silencio que tanto idolatré
la sombra de tus calles vistiendo mis amores
allí junto a la amada que nunca olvidaré.
Yo no sé si aún estará esa esquina de mi barrio
donde antaño yo aguardara a la dueña de mi amor
bella estampa del recuerdo perfumada de jazmines
y encendida por el beso que al marchar le daba el sol.
Las nubes de ese cielo tal vez ya se han marchado
cansadas de no hallarnos muy juntos como ayer
y acaso si la brisa las trae aquí en mi cielo
me cuenten que no ha muerto en tu alma ese querer.
Te imagino en la distancia aguardando mi llegada
y en tu negra cabellera una flor de resedá
bellas tardes asuncenas: yo presiento que han de oírme
y en un cofre de silencio a mi novia guardarán.

PUEDEN ESCUCHARLA AQUÍ, copiando en Google este enlace: https://youtu.be/PLi9dOYldrU

Otra hermosa composición nostálgica es "Asunción", con letra y música de Federico Riera, cuya letra también evoca una ciudad limpia, con calles de imborrables recuerdos, perfumadas de azahares, hoy también inexistentes. Esta es la letra:
Asunción, qué distantes tus recuerdos
Van quedando para mí

Asunción, sos más dulce desde lejos
En mi arpa guaraní
Mbiyubí, tú que llevas en el vuelo
Un canto primaveral
Llega y dile mis desvelos
Y mis noches de orfandad
Como novia que se pierde
Allá en la bruma juvenil
Se diluye en mi memoria
Tu silueta femenil
Viejos patios medioevales
De tu estampa colonial

Siempre evoco en mis nostalgias
Capital del Paraguay
Asunción, en la calma de tus calles
De un silencio evocador

Asunción, flota el alma de leyenda
De tu vieja tradición
Yerutí, tú que arrullas las tristezas
De mi lírica canción
Cuenta y dile mis insomnios
Que lo sepa mi Asunción
Como novia que se pierde
Allá en la bruma juvenil
Se diluye en mi memoria
Tu silueta femenil
Viejos patios medioevales
De tu estampa colonial
Siempre evoco en mis nostalgias
Capital del Paraguay

PUEDEN ESCUCHARLA AQUÍ, copiando en Google este enlace:
https://youtu.be/4D_Z41im7uU

¿QUÉ SE HIZO DE AQUELLA ASUNCIÓN HOY DÍA? 
ES UN DUELO DIARIO VERLA TAN ABANDONADA. 
¡PERO NADIE ABANDONA AQUELLO QUE AMA!
¡Si aquellos tiempos volvieran! 

Aunque eso parezca imposible, 
¡el amor hace posible lo imposible!

SI TUVIÉRAMOS AUTORIDADES RESPONSABLES, CUYO CORAZÓN BRILLE ENCENDIDO POR EL AMOR A LA PATRIA, NO SOLO ASUNCIÓN VOLVERÍA A BRILLAR, SINO TODA NUESTRA HERMOSA Y HEROICA NACIÓN.

¿Cómo lograr eso?
Tomando en serio la política que es el arte y la ciencia de servir al pueblo.

Cuando, con el corazón en la mano, depositemos nuestro voto para elegir a nuestros representantes, hagámoslo con responsabilidad, conociendo el temple patriótico de cada hombre o mujer por quienes vamos a votar.

Me tomo el atrevimiento de presentarles, a lo largo de estos meses, algunos de estos buenos hijos.
No me une a ellos ningún otro interés más que el afecto, por conocerlos y saber que son buenos paraguayos.
ELLOS PODRÁN HACER POSIBLE LO IMPOSIBLE.

He conocido y admirado a Don Mario Halley Mora, gran escritor y periodista radial.
Ha recibido el Premio Nacional de Literatura, y la Orden Nacional del Mérito.

ESTE ILUSTRE COMPATRIOTA, PARAGUAYO DE LEY, HOY YA SE ENCUENTRA BRILLANDO EN LA INMORTALIDAD, HABIÉNDONOS DEJADO EL LEGADO DE SU HONORABILIDAD Y SU AMOR POR LOS VALORES PATRIOS Y CRISTIANOS.

Conozco también a uno de sus hijos, Don Pedro Halley, hoy candidato a Diputado Nacional. Él, como su padre, es un hombre de vasta cultura y quilates morales.
No duden un instante en colaborar, no solo votando por él, sino difundiendo este artículo que avala su capacidad y su honestidad para representarnos dignamente.

Les doy mi palabra de que haciendo esto estarán contribuyendo al renacimiento de nuestra querida Patria, y al florecimiento de nuestra amada Asunción.

LES PRESENTO AQUÍ LA TRAYECTORIA DE DON MARIO HALLEY MORA, padre de nuestro candidato a Diputado.
Lo hago copiando un hermoso artículo del periodista Eduardo Palacios, aparecido en el diario La Nación.


Mario Halley Mora, ganador del Premio Nacional de Literatura 2001.


Mario Halley Mora, uno de nuestros grandes escritores y conductores radiales 
Premio Nacional de Literatura 2001. Orden Nacional del Mérito por su aporte a la cultura.

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Por Eduardo Palacios, epalacios@tigo.com.py

Pocas tareas son tan mágicas como la de hacer radio. Y el laureado escritor y narrador exquisito, Mario Halley Mora, lo supo y fue uno de los más afamados protagonistas de los tiempos en que era el medio en el que se fusionaban lo mejor de la escritura con sus guionistas y lo mejor de los artistas en el micrófono.

Nuestra historia de hoy es fantástica. Está contenida en dos capítulos de una obra autobiográfica de Mario Halley Mora, donde nos cuenta a través del relato en primera persona, entre otras cosas, sus inicios. Es la historia de un hombre que a partir de su trabajo como operador de radio, que a la vez le permitió de pura casualidad escribir su primer libreto, pasó a ser luego con el correr de los años, uno de los más importantes escritores nacionales. La obra contiene un relato imperdible, en un lenguaje identificado con nuestra realidad, que nos cuenta cómo fue construyendo las bases de lo que sería luego su extraordinaria habilidad narrativa, y que hoy es un legado imperecedero de obras importantes para las letras nacionales.

Mario Halley Mora, quien falleciera el 28 de enero del año 2003, fue periodista, dramaturgo, narrador y poeta. En 2001 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura, por su obra “ Yo anduve por aquí “, Editorial El Lector, 1999. Publicado también por la Biblioteca Virtual Cervantes, año 2001, es una obra en la que relata su vida, y como señala en el prólogo de la misma: “son parte de esta substancia que empiezo a construir con los ingredientes de mis observaciones, padeceres y placeres en mi paso por la vida, y más o menos que con estilo literario, con el periodístico que se adecua mejor a lo que es este libro “.

EN RADIO TELECO

Sus inicios en la tarea radiofónica, nuestro ilustre escritor lo rememora en su obra, señalando que : “Por fuerza, aquella etapa de placentera vagancia y exploración del mundo bohemio debía terminar, y, por gestión de mi hermano Gerardo logré entrar como «operador» en la radioemisora de un gran señor, industrial, empresario y filántropo hoy injustamente olvidado, don Eugenio Friedman, Radio Teleco. Mi trabajo consistía en abrir y cerrar el micrófono desde un tablero cuando el locutor lo pedía con un timbre, y poner los discos que él anunciaba. Como se ve, algo sencillo el trabajo del «operador», que hoy sigue siendo el mismo, pero los «operadores» de ahora se hacen llamar pomposamente «ingeniero de sonidos».

Era el año 1946, y en aquella época era además Halley Mora el auxiliar de los técnicos que tenían a su cargo las transmisiones desde “exteriores”, es decir fuera de los estudios centrales de Teleco, tal como el mismo lo relata en la obra “Crónicas Secretas “de César Avalos (h), que nos sirve también como fuente para nuestras historias de radio.

“La vida familiar había pagado su tributo al tiempo, y el signo era el de la disgregación. Los hermanos mayores ya habían formado hogar y familia. La abuela Venancia era sólo un recuerdo melancólico. Gerardo, que trabajaba al mismo tiempo en «La Tribuna» y como relator deportivo en radio Teleco, vivía en una pensión donde estaba cerca de su trabajo. Sólo mi hermano Eulalio y yo, acompañábamos aún a la envejecida mamá Elisa, que sobrevivía con un pequeño almacén en 14 de Mayo y Piribebuy. En esa emisora, Radio Teleco, conocí y fui amigo de grandes locutores como Álex Solhberg, Juan Bautista Cazal, Nelly Prono, Juan B. Duarte, Carlos Banks y otros” cuenta nuestro escritor.

Halley Mora relata también sus peripecias y frustraciones en otras actividades comerciales que emprendiera antes de su incursión en las letras, actividades que culminarían sin mucho éxito, según señala, por lo que: “No pude menos que mudarme a una «casa de alquiler» y reanudar mi oficio de «operador». Al mismo tiempo, con mi amigo Sergio Enrique Dacak, tomamos en alquiler un garaje y montamos una oficina con una mesa y una máquina de escribir. «Estudios Álex», así se llamaba, se llenaría de dinero escribiendo por encargo discursos y otros trabajos. Llegamos a hacer un solo discurso, mortuorio, para un paisano que debía hablar en el sepelio de su compadre. Una variante, las cartas de amor, fueron más abundantes pero menos rentables, de modo que «Estudios Álex» no duró mucho. “

EL PRIMER RELATO

En la obra autobiográfica, Halley Mora, cuenta su primera experiencia para escribir un libreto reemplazando ocasionalmente en dicha tarea a Nestor Romero Valdovinos. “Corría más o menos los primeros años de la década del cincuenta. Romero Valdovinos, era un curioso caso de exiliado doble. Venía a Asunción y tenía nostalgias de Buenos Aires y cuando se marchaba a Buenos Aires tenía morriñas de Asunción, en uno de cuyos estados melancólicos escribiera los inolvidables versos de «Tardes Asuncenas». En la época a que me refiero, Romero Valdovinos gozaba o sufría de una breve estada en Asunción y para ir tirando, escribía para Radio Teleco los libretos de un programa titulado «La Pensión de doña Liga», con personajes que representaban cada uno, a un club de fútbol. Así, el cerrista era un chófer de taxi, el olimpista un señor pacato y anciano, el de Nacional un académico, y así el resto, habitantes de la pensión donde imperaba doña Liga, la única mujer del elenco. Ernesto Báez, Carlos Gómez, Nicasio Altamirano daban vida a los personajes. Un día, Romero Valdovinos, cuando faltaba una hora para el programa y no enviaba los libretos, llamó y avisó que estaba enfermo. El elenco se desesperó. Entonces, yo, tímidamente me levanté de mi taburete de operador y me ofrecí a escribir el libreto. Me miraron con sorna, y por fin, Carlos Gómez sentenció que «probar no cuesta nada». Escribí el libreto en treinta minutos, lo emitieron casi sin ensayar, y nadie se dio cuenta de que el libretista había cambiado.”

EN RADIO PARAGUAY

Cuenta también que “Aquel fue un episodio pasajero, porque Romero Valdovinos volvió a encargarse del programa, pero yo ya había percibido algo que conocía, la técnica radial; sabía manejar los diálogos y los cortes, y que podía intentar convertirme en libretista. La oportunidad se presentó pronto, cuando «La Pensión de doña Liga» terminó su ciclo, mi hermano Gerardo había inaugurado Radio Paraguay y alrededor de 1955, lanzamos el primer programa, una variante del anterior: «La Pensión de ña Lolita», que duró siete años y hacía que el talento y la vena cómica de los actores, atrapara junto a sus receptores de radio a media Asunción, los viernes, a las 20 horas.”

Concluye finalmente el gran escritor, al referirse a ese capítulo inicial de su tarea como libretista que: “Gran parte de lo mejor del caudal actoral paraguayo, pasó por aquel programa. Las «Ña Lolitas» fueron cambiando con los años. Miriam Celeste, Sarita Rivas Crovato, Celia María Benítez y Graciela Pastor fueron sucesivas «ña Lolitas». Los actores fueron Rafael Rojas Doria, Alejo Vargas, Raúl Valentino Benítez, Sergio Enrique Dacak, Nicasio Altamirano, César García, creador insuperable del personaje bruto, «Bolidote», y aunque parezca mentira, un famoso rematador de aquella época, insuperable en hacer personajes árabes o alemanes, pero no permitía que se incluyera su nombre en el elenco, Alcibiades Barba.”

Cordiales saludos:
Francisco Oliveira y Silva

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