martes, 11 de febrero de 2014

El MEC, el comunismo, y su marco rector genital (Parte 1)

El Marco Rector pedagógico de la educación de la sexualidad integral, propulsado y promocionado por el MEC, no solo tiene un trasfondo: es la mismísima ideología marxista, camuflada en un documento que pretende pasar por educativo, y no lo es para desgracia, no de nosotros los mayores que ya estamos formados, sino de nuestros niños, cuya inocencia y receptividad los hace absolutamente indefensos y vulnerables. Su potencial perjuicio en las escuelas, perpetrada por este descaminado proyecto, nos tiene en alerta roja.

Un proyecto letal enmascarado

Es oportuno desnudar las verdaderas intenciones del entonces ministro de Educación, Luis Riart, y sus obsecuentes seguidoras, que iban pregonando, el uno y las otras, a través de los medios, las «bondades» del citado documento, sin declarar, por nada del mundo, lo que se escondía en el mismo. 

Luis Riart.


Se trataba de un verdadero documento comunista. Comunista, no en sentido metafórico, sino real. Su propósito, muy mal encubierto y groseramente disimulado, es destruir la familia. 

¿De qué manera? Pues, secuestrando a los padres su irrenunciable derecho de educar a sus hijos, y adjudicándose, con feroz atrevimiento (como en la Rusia comunista), el Estado dicha función, para sembrar en los educandos la perversa y obsoleta ideología sexual marxista.

Se trataba de un verdadero documento comunista. Comunista, no en sentido metafórico, sino real. Su propósito, muy mal encubierto y groseramente disimulado, es destruir la familia.

Este atropello, violatorio de la Constitución Nacional y de los Derechos Humanos, lo pretenden realizar con miras a destruir la evolución psicosexual de nuestros niños, a través de la anticientífica «ideología de género» inventada por personas con malas intenciones.


Teoría sin bases científicas

La tal teoría jamás fue demostrada por profesional alguno en el campo de la medicina ni de la psicología, pero es machaconamente repetida, como un dogma de fe, por sus defensoras, cuya ignorancia en ambos campos se patentiza en su lamentable pobreza de vocabulario y de recursos didácticos para explicar ese verdadero adefesio, cuando hablan por los medios de comunicación.

Pero dicho propósito, el de destruir la familia paraguaya promocionando el género gay y los otros, más depravados aún, fundados en lo de la orientación sexual, y el respeto a la diversidad (patrañas inventadas también por estas inescrupulosas personas), es, sin embargo, reiterativamente negado, con angelical sonrisa y modales de extrañeza, por el citado ministro de Educación y por las promotoras de ese letal producto.

Tratan de esconder el virus mental de ese maldito proyecto encaminado a infectar, más gravemente aún que el sida, la mente de los niños paraguayos en las aulas. Lo enmascaran bajo el criminal pretexto de protegerlos del sida (en aumento), y de embarazos en adolescentes (tragedias reales que no se pueden negar).


Pero, ¿se molestaron en buscar la causa? La causa no es la ignorancia acerca del uso del profiláctico (condón) y de los demás métodos y tecnologías anticonceptivas (cosas que se aprenden en un par de minutos ¡sin necesidad de ningún Marco Rector!).

La causa es el desenfreno sexual creciente en muchísimos jóvenes y adultos de ambos sexos, depravación moral que no se ataja enseñando a usar preservativos, anticonceptivos y clases de aborto. 

Eso se logra con la formación en valores, a esta altura, masacrados por estos que se proponen ahora «educar». Educar sin valores, es como enseñar a nadar en seco.


Al más puro estilo marxista, atropellan las familias y las despojan de su derecho irrenunciable e intransferible de educar a los hijos, con la mentirosa excusa de que en las familias no se desarrolla un proceso de educación sexual.

Pero como en el comunismo la propiedad privada, incluyendo la familia y los hijos, son propiedad del Estado, ellos perpetran su deleznable acción, como si nuestros hijos les pertenecieran, violando fueros garantizados por la Constitución que, en su momento, juraron respetar. De esta manera, el desarrollo psicosexual de nuestros niños, convertidos ahora en víctimas del sistema marxista, instalado ya en el campo de la educación paraguaya, se encuentra gravemente amenazado.

Tratan de esconder el virus mental de ese maldito proyecto encaminado a infectar, más gravemente aún que el sida, la mente de los niños paraguayos en las aulas.

Mis afirmaciones precedentes no son irresponsables, como esas opiniones casuales alegremente emitidas sin prueba alguna, a las que he dado en denominar «opiniones de cafetín». Yo tengo los argumentos a mano, y voy a hacer uso de ellos ahora mismo.

En la próxima entrada explicaré sobre The Gender Agenda o Agenda del Género.

Saludos cordiales,

Doctor Francisco Oliveira y Silva.

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