viernes, 18 de enero de 2013

"YO TENGO UN SUEÑO" (por Martin Luther King)



Queridos amigos y lectores:



Algunos jóvenes me preguntaron quién fue MARTIN LUTHER KING, sobre cuya Biblia jurará Barack Obama, como lo comenté en mi artículo anterior.

Les respondo: MARTIN LUTHER KING es un MÁRTIR DE LA LUCHA POR LA JUSTICIA.

Firmemente arraigado en los principios bíblicos, particularmente en los que se refieren a ese anhelo de justicia que bulle en el alma de todo ser humano bien nacido, promovió gigantescas manifestaciones pacíficas encaminadas a TERMINAR CON LA DISCRIMINCACIÓN DE LOS NEGROS EN LOS EEUU.

Pero, en una de esas manifestaciones, CAYÓ ABATIDO POR LAS BALAS DE QUIENES CULTIVAN LA VIOLENCIA Y LA MUERTE.
Lamentablemente "La Cultura de la Muerte" tiene poderosos auspiciantes en los EEUU.

Se ha hecho mundialmente famoso su inigualable discurso conocido por una frase que en él se repite ocho veces: "YO TENGO UN SUEÑO" (I Have a Dream).
Para ofrecerles la posibilidad de conocer un poco mejor el perfil de este hombre ejemplar e íntegro, política y moralmente, he copiado lo que encontré en Wikipedia sobre su vida y su famoso discurso.

Después de leer todo ese material, creo que coincidirán conmigo en afirmar que el presidente Obama, cultor del aborto y de la propagación planetaria de la homosexualidad, que son prácticas condenadas por la Biblia, se encuentra muy por debajo del nivel espiritual de este emblemático luchador, y de los principios bíblicos en los que afianzó su lucha, hasta morir por ellos.

LUTHER KING JAMÁS DEFENDIÓ TALES ABERRACIONES.

Consecuentemente NO VEO CORRECTO QUE OBAMA JURE SOBRE LA BIBLIA DE MARTIN LUTHER KING.

Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.
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Yo tengo un sueño

(En este material tomado de Wikipedia, me he permitido resaltar algunos pasajes).



Martin Luther King, Jr. dando el discurso en la Marcha en Washington por los Derechos Civiles.
 
Yo tengo un sueño (I Have a Dream) es el nombre del popular discurso más famoso de Martin Luther King Jr., cuando habló poderosa y elocuentemente de su deseo de un futuro en el cual la gente de tez negra y blanca pudiesen coexistir armoniosamente y como iguales. Este discurso, pronunciado el 28 de agosto de 1963 desde las escalinatas del Monumento a Lincoln durante la Marcha en Washington por el trabajo y la libertad, fue un momento definitorio en el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. Está considerado frecuentemente como uno de los mejores discursos de la historia, y quedó en el primer puesto entre los discursos del siglo XX según los estudiosos de la retórica. Ampliamente aclamado como una pieza maestra de la retórica, el discurso de King se asemeja al estilo del sermón de un ministro bautista negro. Apela a fuentes icónicas y ampliamente respetadas como la Biblia, e invoca la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la Proclamación de Emancipación, y la Constitución de los Estados Unidos. A través del instrumento retórico de la alusión (definido por Campbell y Huxman (2003) como "referencia indirecta a nuestro acervo cultural compartido, como la Biblia, la mitología griega y romana, o nuestra historia"), King hace uso de frases y lenguaje de importantes textos culturales para sus propios propósitos retóricos. Cerca del comienzo King alude al Discurso de Gettysburg de Lincoln diciendo: "Five score years ago..." una particular forma de decir "cien años" en inglés (pues score son 20 años y 20 x 5 = 100).
Las alusiones bíblicas también son comunes. Por ejemplo, King alude al Salmo 30:5 en la segunda estrofa de su discurso. Dice en referencia a la abolición de la esclavitud articulada por la Proclamación de Emancipación , "llegó como un precioso amanecer para terminar una larga noche de cautiverio." Otra alusión bíblica es encontrada en la décima estrofa: "No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente." Esta es una alusión a Amós 5:24. King también cita de Isaías 40:4 -"Sueño que algún día los valles serán cumbres..."
La formación religiosa del orador se percibe claramente ya que utiliza tres veces la expresión "hijos de Dios", habla de que "la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano", da ánimo a su gente diciéndoles un mensaje cristiano "Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador" y cerrando el discurso con "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!".
Paralelismo, o "usar la misma fraseología inicial en una secuencia de afirmaciones o frases para agregar énfasis, orden, o climax a una idea" (Campbell & Huxman, 2002, p. 177), es una herramienta retórica empleada a través de todo el discurso. Un ejemplo de paralelismo es encontrado casi al principio cuando King insta a su público a aprovechar el momento "Ahora es el momento..." es repetido cuatro veces en la sexta estrofa. El ejemplo más citado de paralelismo es encontrando en la frase "Yo tengo un sueño..." que es repetida ocho veces cuando King describe a su audiencia una imagen de un Estados Unidos de América integrado y unido.
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"Tengo un sueño"    
(Texto íntegro de su famoso discurso)                                                                                                  

Martin Luther King, Jr.



Pronunciado: El 28 de agosto de 1963 delante del monumento a Abraham Lincoln en Washington, DC, durante una histórica manifestación de más de 200,000 personas, en pro de los derechos civiles para los negros en los EE.UU.



 
Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.
Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.
Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.
También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.
Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.
1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.
Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, "¿Cuándo quedarán satisfechos?"
Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente".
Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.
Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano".
Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales".
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.
Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.
Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antesecores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.
Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad".
Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"

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