martes, 25 de diciembre de 2018

¿CÓMO NO DEVOLVER AMOR A QUIEN NOS AMÓ DE ESA MANERA?



QUERIDOS AMIGOS Y LECTORES:


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"¡ESTA NOCHE TE TENGO EN MIS BRAZOS, DIOS MÍO!"

¡HOY ES NAVIDAD!

Más de dos mil millones de personas celebramos hoy la Navidad.

Navidad significa "nacimiento", y celebramos el nacimiento de Dios hecho hombre: elMisterio más grande del cristianismo.

¡Dios mismo irrumpe la Historia de la Humanidad, para redimirla de sus pecados!
Pero, más allá de ese propósito, lo hizo porque su Amor infinito debía manifestarse en todas las demostraciones posibles: y una de ellas, aunque pareciera una locura, era identificarse con la persona amada, compartiéndolo todo con ella, incluyendo nacer como ella, y morir en una cruz por ella.
Más que eso Dios no podía hacer. 
Pero hacer lo que hizo, encarnarse y morir por nosotros, 
  • lo quiso, 
  • lo pudo, 
  • ¡y lo hizo!
Ante este Acontecimiento de dimensiones infinitas, en esta NAVIDAD, cada corazón creyente tiene la posibilidad de convertirse en la humilde gruta de Belén, para dejar que allí nazca el Niño. 
Para acogerlo como Niño.
Para amarlo como Niño.
Para mimarlo como Niño.

¡Y para tenerlo en los brazos, como a un niño!

Este pensamiento lleno de ternura fue el motivo de inspiración del poeta argentino Francisco Luis Bernárdez, autor de los versos que van más abajo.

Ese poema es un mensaje de amor para el Divino Infante que se hizo hombre, como expresión sublime de su Amor Infinito por nosotros.


Les auguro una Feliz Navidad, es decir, la alegría de poder llegar a sentirlo a Dios dentro del corazón.
 

NAVIDAD
Por: Francisco Luis Bernárdez (poeta argentino)
  
Esta noche te tengo
en mis brazos, Dios mío,
y al estrechar tu cuerpo
pequeño y desvalido,
siento que la mirada
de amor con que te miro
no es de siervo a Señor,
sino de padre a hijo.

Dios mío,
Dios mío,
hoy eres hijo mío.

En el silencio inmenso
de la noche, Dios mío,
me pareces más débil
y hasta más pequeñito;
y en este desamparo
te descubro tan mío
que me quema tu sed
y me hiela tu frío.

Dios mío,
Dios mío,
hoy eres hijo mío.

Al pensar en los años
que te esperan, Dios mío,
con dos leños cruzados
al final del camino,
tengo miedo del tiempo
y quiero interrumpirlo,
con ansia de que seas
eternamente niño.

Dios mío,
Dios mío,
hoy eres hijo mío.

Y te pido que nunca
me abandones, Dios mío;
que renuncies a todo
por quedarte conmigo;
que te tenga en mis brazos
como ahora, dormido,
y que no te despiertes
hasta el fin de los siglos.

Dios mío,
Dios mío,
¡hoy eres hijo mío!


Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva

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