sábado, 23 de noviembre de 2019

CRISTO ES EL REY DE LA CREACIÓN



Queridos amigos y lectores
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HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY DE LA CREACIÓN

Cuando los poderosos del mundo reconozcan que Cristo es el Rey del universo, y le rindan homenaje practicando los principios divinos revelados por Él en su Evangelio, entonces, y solo entonces, lograrán ver florecer la justicia, la paz, y la armonía universal.

El Reino de Dios no es un concepto abstracto, o un ideal metafórico.
El Reino de Dios es la Humanidad regida por los más elevados principios evangélicos.

Así lo escuchamos en el Prefacio de la Misa de Cristo Rey:

"Porque has ungido con el óleo de la alegría,
a tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo,
como Sacerdote eterno y Rey del universo,
para que, ofreciéndose a sí mismo
como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz,
consumara el misterio de la redención humana;
y, sometiendo a su poder la creación entera,
entregara a tu majestad infinita un Reino eterno y universal:
Reino de verdad y de vida,
Reino de santidad y de gracia,
Reino de justicia, de amor y de paz."
El urgente rescate de la identidad de Europa, retomando sus raíces fundacionales que se encuentran en los principios del cristianismo, fue vivamente recomendado por el Papa Francisco, con motivo de su alocución ante el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, Francia,  el martes 25 de noviembre de 2014. 
Dijo el Papa en un pasaje:

 «Estoy igualmente convencido de que una Europa capaz de apreciar las propias raíces religiosas, sabiendo aprovechar su riqueza y potencialidad, puede ser también más fácilmente inmune a tantos extremismos que se expanden en el mundo actual, también por el gran vacío en el ámbito de los ideales, como lo vemos en el así llamado Occidente, porque «es precisamente este olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia».

Les invito a reflexionar sobre el tema de la importancia de Dios en nuestras vidas, 
--- escuchando dos Himnos eucarísticos, 
--- y leyendo un poema, 
que centralizan la presencia de Dios en medio de nosotros.

HIMNO DEL XXII CONGRESO EUCARÍSTICO
INTERNACIONAL DE MADRID, DE 1911.
Cantemos al Amor de los amores
Letra de P. Restituto del Valle - Música de Juan Ignacio Busca Sagastizábal

Cantemos al Amor de los Amores,
cantemos al Señor,
Dios está aquí, 
¡venid adoradores, adoremos
a Cristo Redentor!

¡Gloria a Cristo Jesús,
cielos y tierra, bendecid al Señor,
honor y gloria a Ti, Rey de la gloria,
amor por siempre a Ti,
Dios del Amor!

Unamos nuestra voz a los cantares
del Coro Celestial, 
Dios está aquí, 
al Dios de los Altares alabemos, 
con gozo angelical.

Los que buscáis solaz en nuestras
penas y alivio en el dolor;
Dios está aquí,
y vierte a manos llenas los tesoros
de su divino amor.

Cantemos al Amor de los Amores,
cantemos sin cesar,
Dios está aquí,
venid adoradores,
adoremos a Cristo en el altar.

ESCUCHAR AQUÍ TODO EL HIMNO

HIMNO DEL XXXV CONGRESO EUCARÍSTICO 
INTERNACIONAL DE BARCELONA, DE 1952

De rodillas, Señor, ante el Sagrario
Letra de José M.ª Pemán – Música de Luis de Aramburu


De rodillas, Señor, ante el Sagrario
Que guarda cuanto queda de amor y de unidad,
Venimos con las flores de un deseo
Para que nos las cambies en frutos de verdad.

Cristo en todas las almas.
Y en el mundo la paz.

Como estás, mi Señor, en la Custodia,
Igual que la palmera que alegra el arenal,
Queremos que en el centro de la vida
Reine sobre las cosas tu ardiente Caridad.

Cristo en todas las almas.
Y en el mundo la paz.

Como ciervos sedientos que van hacia la fuente,
Vamos hacia tu encuentro sabiendo que vendrás,
Que el que la busca es porque ya en la frente
lleva un beso de paz.

Que las almas gemelas de las almas amigas
se muevan, todas juntas, en único afán,
como el aire ha movido las espigas
que hicieron este Pan.

Tiradas a tus plantas las armas de la guerra
rojas flores tronchadas por un ansia de amar,
hagamos de los mares y la tierra
como un inmenso altar.

ESCUCHAR AQUÍ TODO EL HIMNO:

UN BELLO POEMA A JESÚS

ENTRA, SEÑOR

Entra, Jesús, el día ya declina,
el astro rey hacia el ocaso inclina
su brillante fulgor;
no pases adelante, que anochece;
toma un descanso que el amor te ofrece;
¡entra en casa, Señor!

Entra en casa, Señor, y si cerradas
hallas tantas moradas,
que un asilo a su Dios quieren negar…,
olvida entre nosotros su desvío;
mientras tengamos casa, Jesús mío,
¡Tú tendrás un hogar!

Entra, Señor; mas no como mendigo:
nuestro Rey, nuestro Padre, nuestro Amigo,
nuestro Todo serás…,
que si el error levanta sus banderas,
en este hogar Tú reinas y Tú imperas,
y homenajes y amor encontrarás.

Entra, Señor, aquí todos te amamos,
y pues Rey te aclamamos
de esta humilde mansión,
ya nuestros corazones se han ligado,
y de su amor un trono te han formado,
coloca en él, Señor, tu Corazón.

Colócalo, Señor, y no receles,
somos vasallos fieles:
no encontrarás aquí ningún traidor…;
antes morir queremos que negarte,
divino Rey de amor.

Y si el mundo y los suyos te persiguen,

y si a este umbral quizá llegar consiguen…,
a Ti no llegarán,
que sabrán defenderte nuestras vidas…;
los filos de sus armas deicidas,
no tu pecho, los nuestros herirán.

Entra, Señor; estemos siempre unidos,
mezclados, enlazados, confundidos,
de ese Pecho al calor;
viviendo todos de tu misma vida
como vive adherida
la enredadera al tronco bienhechor.

Juntos así el destierro cruzaremos,
así contigo juntos gozaremos
las dichas que nos des…,
y si el dolor empaña nuestros ojos,
juntos también pondremos sus despojos
como perlas humildes a tus pies.

Entra, Señor; ya izamos tu bandera;
entra, Señor, y manda, reina, impera
en este humilde hogar…,
pobre, tal vez, y aún desconocido,
pero con tu presencia enriquecido,
será feliz, porque te sabe amar”.

Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva

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