miércoles, 11 de diciembre de 2019

¿ADÓNDE VAN LOS CUERPOS RESUCITADOS DE LOS MALVADOS?



Queridos amigos y lectores:

Es urgente que responda a una pregunta que muchos me hicieron a raíz de mi extenso y bien fundamentado artículo sobre "La resurrección humana en el momento del fallecimiento". 

Preguntaron: "Adónde van los cuerpos resucitados de los malvados: torturadores, asesinos, tiranos, genocidas, etc?


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REPRESENTACIÓN DE LA IMAGEN DEL FAMOSO JACK EL DESTRIPADOR 

Los restos de ADN hallados en una prenda de su cuarta víctima habrían permitido poner nombre, 130 años después, 
a Jack el Destripador, uno de los asesinos más buscados de la historia
(FUENTE: VOZLIBRE - Hacer clic en la imagen).

Los seres humanos podemos alcanzar verdades terrenales mediante la investigación científica y teológica, es decir, ayudados por la Razón y por la Fe, por la Religión y por la Ciencia.

Pero sería propio de un arrogante pretender enseñar verdades celestiales, es decir, qué hay en el Cielo, y cuáles serán las decisiones de la Justicia Divina para con todos aquellos que seremos juzgados por Él.  
Solo Dios puede responder a esa pregunta.
Leemos en el Libro de la Sabiduría, capítulo 9:  

"13. ¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor?
16. Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra,
y lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo; pero ¿quién ha explorado lo que está en el cielo? " 

Sabemos, por supuesto, y creemos firmemente, que "nadie escapará de la Justicia divina", como solemos repetir ante las graves injusticias que se cometen en la tierra.
Pero jamás podremos saber, a ciencia cierta, cuáles serán las decisiones divinas en este Juicio infinitamente justo.

La lógica humana nos dice, obviamente, que cada uno recibirá el premio o el castigo según sus obras buenas o malas, respectivamente, que haya realizado a lo largo de su vida terrenal.
Y nos imaginamos que no recibirán la misma sentencia la Madre Teresa de Calcuta, y Adolfo Hitler.

San Pablo, en Romanos 2:6-11 dice al respecto:  

6EL PAGARÁ A CADA UNO CONFORME A SUS OBRAS: 7a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; 8pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia: ira e indignación. 9Habrá tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo, del Judío primeramente y también del Griego; 10pero gloria y honor y paz para todo el que hace lo bueno, al Judío primeramente, y también al Griego. 11Porque en Dios no hay acepción de personas.

Hasta allí nomás puede llegar nuestro razonamiento, iluminado por innumerables pasajes de la Biblia, similares al citado. Pero cuál será el premio o el castigo, ya queda fuera de nuestro alcance.

Algunos teólogos sostienen con firmeza argumental que, sea cual fuere el castigo de los malvados, no será el de una tortura eterna, siendo quemados, por ejemplo, por un fuego material, eternamente. Dicha afirmación proviene de una interpretación literal de una figura bíblica. 

Ni el Purgatorio, ni el Infierno consisten en un océano de fuego: ¡ni al más depravado de los torturadores se les ocurrirá semejante castigo consistente en una tortura interminable! Menos aún a un Dios que es el Amor Infinito.

A modo de ilustración cito aquí lo que dijeron los Papas con respecto al tema del infierno y del Purgatorio.

  • San Juan Pablo II, con respecto al Infierno:

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"1. Dios es Padre infinitamente bueno y misericordioso. Pero, por desgracia, el hombre, llamado a responderle en la libertad, puede elegir rechazar definitivamente su amor y su perdón, renunciando así para siempre a la comunión gozosa con él. Precisamente esta trágica situación es lo que señala la doctrina cristiana cuando habla de condenación o infierno. No se trata de un castigo de Dios infligido desde el exterior, sino del desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta vida. La misma dimensión de infelicidad que conlleva esta oscura condición puede intuirse, en cierto modo, a la luz de algunas experiencias nuestras terribles, que convierten la vida, como se suele decir, en «un infierno».  

2. Para describir esta realidad, la sagrada Escritura utiliza un lenguaje simbólico, que se precisará progresivamente. En el Antiguo Testamento, la condición de los muertos no estaba aún plenamente iluminada por la Revelación. En efecto, por lo general, se pensaba que los muertos se reunían en el sheol, un lugar de tinieblas (cf. Ez 28, 8; 31, 14; Jb 10, 21 ss; 38, 17; Sal 30, 10; 88, 7. 13), una fosa de la que no se puede salir (cf. Jb 7, 9), un lugar en el que no es posible dar gloria a Dios (cf. Is 38, 18; Sal 6, 6).
El Nuevo Testamento proyecta nueva luz sobre la condición de los muertos, sobre todo anunciando que Cristo, con su resurrección, ha vencido la muerte y ha extendido su poder liberador también en el reino de los muertos.

3. Las imágenes con las que la sagrada Escritura nos presenta el infierno deben interpretarse correctamente. Expresan la completa frustración y vaciedad de una vida sin Dios. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno» (n. 1033).
Por eso, la «condenación» no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La «condenación» consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción. La sentencia de Dios ratifica ese estado."

(FUENTE: JUAN PABLO II - AUDIENCIA GENERAL - Miércoles 28 de julio de 1999
El infierno como rechazo definitivo de Dios).

En mi libro "Lo que no dice la Biblia", yo abordo este denso tema en los capítulos VI y VII, desde la página 99 a la 122.
Realizo un extenso análisis explicando el sentido de las palabras Sheol, Hades, Ínferus, etc. (Recomiendo esa lectura)

  • Benedicto XVI, con respecto al Purgatorio:
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Refiriéndose a la festividad de Santa Catalina de Génova, la cual escribió mucho sobre el Purgatorio, realizó una catequesis de la cual extraigo unos párrafos:

"En su tiempo el Purgatorio se representaba principalmente recurriendo a imágenes vinculadas al espacio. Se pensaba en un cierto espacio, donde se encontraría el purgatorio. 

En Catalina, en cambio, el purgatorio no se presenta como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: no es un fuego exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, frente al infinito amor de Dios (cf. Vita mirabile, 171v). 
Hemos escuchado el relato de ese momento de conversión, donde Catalina siente improvisamente la bondad de Dios, la distancia infinita entre su propia vida y esa bondad, y un fuego abrasador en su interior. Y este es el fuego que purifica, es el fuego interior del purgatorio. También aquí hay un rasgo original respecto al pensamiento de ese tiempo. 

En efecto, no se parte del más allá para describir los tormentos del purgatorio —como era habitual en esa época y quizás lo es todavía hoy— y luego indicar el camino para la purificación o la conversión, sino que nuestra santa parte de la experiencia interior de su vida en camino hacia la eternidad." 

(FUENTE: BENEDICTO XVI - AUDIENCIA GENERAL - Sala Pablo VI
Miércoles 12 de enero de 2011
[Vídeo] Santa Catalina de Génova)


Queridos amigos:

Espero que estas reflexiones contribuyan a incrementar nuestra preparación al gran evento que volveremos a vivir en la Navidad que se va acercando.


Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva

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