martes, 21 de diciembre de 2010

¡Felices fiestas!

(Luego de las fiestas continuaré entregándoles más Preguntas de respuestas imposibles para los del MEC)


Muy queridos amigos:

Disculpen si hoy me pongo muy espiritual: es que nos vamos acercando a la Navidad del Señor. Y con su Nacimiento deben nacer "cosas nuevas" en nuestros corazones.
Pero, para ello, es necesario que dejemos atrás, definitivamente, las "cosas viejas": ¿qué sentido tiene permitir que sigan ocupando, inútil y perjudicialmente, un lugar en nuestro corazón, impidiendo que se introduzcan en él los más bellos pensamientos y sentimientos del Amor hecho Hombre, que nos trae esta riquísima época del año?
Se va el año viejo: dejémoslo ir, con todo lo negativo que en él nos tocó sufrir.
Y encendamos las lámparas, cálidas y radiantes, de la Esperanza, tomando al Año Nuevo como símbolo de las cosas nuevas que, tal vez, ya han comenzado a brillar en nosotros, y que de nosotros depende que se vayan agigantando a lo largo del año que está por empezar.
Es necesario, no solo "olvidar", sino perdonar todas las ofensas, las traiciones, y las humillaciones que hayamos podido sufrir, y todo el daño que creamos que nos han hecho las personas, incluso las más queridas, o de nuestra propia familia.
Y, más bien, exigirnos a nosotros todo aquello que estamos esperando de los demás, incluso de nuestros seres más queridos, pero sin exigirles a ellos nada a cambio: no podemos "controlar" sus vidas, pero sí podemos controlar las nuestras.

Y acerca de las cosas nuevas que deben germinar en nuestras almas, encontramos en la Biblia sabias frases que se refieren a eso. Las citaré solamente, para que cada uno pueda meditarlas en dirección a lo más personal que está viviendo ahora.


"Cantad al Señor un canto nuevo" (Sal.33, 3).
"Nadie echa vino nuevo en cueros viejos...; el vino nuevo se echa en cueros nuevos." (Mc.2, 22).
"Despojaos del hombre viejo...; y vestíos del hombre nuevo". (Ef.4, 22).
"Purificaos de la vieja levadura, para ser masa nueva..." (1 Cor. 5, 7).


Es evidente, pues, y muy lógico, además, que debemos desprendernos de todo lo viejo, es decir, de lo inútil que nos queda del pasado: rencores, odios, deseos de venganza para "hacer justicia", negativa a olvidar las ofensas, haciendo recaer eternos reproches sobre el que creemos que es culpable, etc.
Toda esa "basura tóxica" impide que nuestro corazón reciba la vitalidad purificante de las cosas nuevas que brotan del Amor que está viniendo, cuya fuerza es invencible.
"Una gota de miel atrae más moscas que un barril de vinagre". Un gesto de perdón logra mejorar las relaciones, más que una "tonelada de palabras en contra del que nos ofendió".


Para Navidad y Año Nuevo limpiamos la casa, los armarios, tiramos lo inservible, sacamos cosas nuevas para ambientar nuestro hogar. Eso mismo debemos hacer también "por dentro", para hacerle un lugar a Aquel que viene trayéndonos la salvación y el perdón.


Cada uno puede exigirse a sí mismo, todo aquello de lo que se sienta capaz: pero no es sensato exigir eso mismo de los demás, porque desconocemos el alcance de sus fuerzas, y sus limitaciones.
No es de sabios esperar que nos amen como nosotros queremos que nos amen: cada persona tiene su manera de expresar el amor, y es propio de seres evolucionados el valorar el regalo de ese amor, aunque no traiga "el envoltorio" o las "demostraciones" que nos gustaría que trajera.


Y finalizo con el siguiente pensamiento.
Muchos esperan el Año Nuevo diciendo: "¡Que se termine de una vez este año viejo que nos trajo tantos problemas, y que venga el Año Nuevo, a ver qué cosas lindas nos trae!".
Esas expresiones no tienen sentido.
El año viejo no nos trajo ningún problema; y el Nuevo no podrá traer tampoco ninguna cosa agradable. No es el año el que "trae" cosas nuevas a la persona; es la persona la que trae cosas nuevas al año.


Y cierro esta meditación con una frase capaz de arrancar lágrimas, por lo profunda y verídica, especialmente en los momentos de gravísimas dificultades, que viene al final del mail que les estoy enviando como Nuestra Tarjeta de Saludos Navideños:

"No le digas a tu Dios que tienes un gran problema: dile a tu problema que tienes un gran Dios".


De todo corazón:

¡FELICES FIESTAS DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO!

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